_
_
_
_
Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Asco, pavor y estupor

Causa estupor el contemplar con impotencia el conflicto de la antigua Yugoslavia, ver la ineficacia y torpeza de la diplomacia internacional, especialmente la europea. Los diplomáticos europeos se muestran impotentes para encontrar una solución a esa guerra cruel y absurda. ¿Cómo no supieron en su día parar los pies a esta copia de Hitler que es Slobodan Milosevic, cuando los hechos de Kosovo? Su ineficacia e impotencia conducen a la opinión pública a desear soluciones maximalistas e irracionales: apagar el fuego con el fuego; a desear la intervención militar contra la actuación de militares (militares regulares, irregulares, mercenarios, francotiradores), todos con un denominador común: un arma en su mano. No, éste no es el camino. Se muestran orondos y satisfechos en la foto, cuando se les tendría que caer la cara de vergüenza. No digo que no deberían hablar con Milosevic, Karadzik. Se me revuelven las vísceras de rabia cuando veo a estos personajes pasearse arrogantes por los foros asépticos e inermes europeos. Sí, deberían hablar con ellos y exigirles seriamente que paren, si pueden, lo que tan irresponsablemente desencadenaron. Y luego que sean procesados por un foro internacional para juzgar sus actos.Y por qué no hablar de los pacifistas y de la izquierda. Nos movilizamos cuando la guerra del Golfo. La bestia negra era la de siempre: Estados Unidos, y los hechos muy recientes: Sadam Husein había invadido Kuwait el verano anterior, y el gendarme se puso la ONU por montera y actuó. Ahora estamos desorientados y los motivos y culpables de esa guerra en los Balcanes son más confusos. Creo que no es aceptable la opinión que pide una solución parecida a la empleada por Estados Unidos con Somalia y la aún humeante de Irak; piden se utilice el mismo rasero, la fuerza bruta militar, la muerte en definitiva de alguien, probablemente inocente. Aunque no sea inocente no se debe matar a nadie. La opinión pública mayoritaria no se ha preocupado mucho de indagar en la historia ni reciente ni pretérita de aquellos pueblos convulsionados desde la caída del Imperio Otomano, la del Imperio Austrohúngaro., y las secuelas de las dos guerras mundiales. ¿Por qué los ciudadanos aparentemente asistimos impasibles a esta matanza? Digo aparentemente, pues me pongo como ejemplo al ser la primera vez que decido escribir cuatro líneas torpes pero llenas de emoción sobre este tema y estoy seguro de que hay muchísima gente impresionada y emocionada por tanta barbarie y horror. Cuesta bastante coger una pluma y un folio y reflejar lo que se siente. Creemos que es inútil. ¿Es por la desmovilización general producida por el Estado de bienestar que disfrutamos los europeos? Los medios tampoco ayudan. No se ven muchos programas en televisión que traten objetivamente el tema, ni que denuncien las causas y los protagonistas culpables de este horror. Los medios están muy ocupados -salvo honrosas excepciones- en intoxicar al personal con programas embrutecedores, ramplones, chatos, cuando no de apología a la violencia y a la insolidaridad. ¿Qué se puede esperar de un panorama como éste? Ni más ni menos lo que está ocurriendo. Me sumo a la carta al director de Francesc Font Serrano (EL PAÍS, 10-07-93).-

Más información
Asco, pavor y estupor
Haz que tu opinión importe, no te pierdas nada.
SIGUE LEYENDO

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_