Una placita de provincias
La plaza del Callao conserva cierto ambiente provinciano heredado de otras épocas. Pero también es uno de los puntos más internacionales de la ciudad. Turistas o inmigrantes horadan sus adoquines. Este ensanchamiento de la Gran Vía luce ahora maceteros y plantas, un quiosco de prensa de los implantados últimamente por el Ayuntamiento, jarrones de piedra y una tarta-fuente, según el arreglo superficial a que ha sido sometida por el Ayuntamiento de Madrid (30 millones de pesetas ha costado esta refórma). Previamente, el Consorcio de Transportes había ampliado el vestíbulo de la estación de metro. Muchos admirarán la pulcritud que luce ahora la glorieta. También lo harían Ninette y su señor de Murcia. Y es que desde finales de julio parece más que nunca una placita de provincias. La reforma no ha acertado en dotarle de interés estético. Si sirve de consuelo, nunca lo tuvo. Su mayor problema visual, la reducida escala en relación con los edificios que la rodean, no ha sido subsanado. Tampoco la reforma ha convertido la plaza en un espacio que invite a los viandantes a quedarse.
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