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La escultura que se mudó a un almacén

Una obra destrozada del museo al aire libre de la Castellana 'desaparece' en el laberinto del Ayuntamiento durante 15 días

Ana Alfageme

Durante 15 días ha faltado una de las esculturas contemporáneas que viven bajo el puente de Eduardo Dato, en el Museo de Arte Abstracto de la Castellana, propiedad del Ayuntamiento. Los guardianes municipales de la muestra, que tiene 17 obras, no supieron hasta el viernes, 10 días después de que faltase, que tenían una escultura menos. Y eso que mide casi dos metros de alto. Se fueron a comisaría a denunciar el robo -o el acto vandálico- porque de la obra Un mon per a infants (Un mundo para niños), del artista valenciano Andreu Alfaro, sólo quedaba una pieza de acero sujeta al pedestal, de las 13 que la integran.Resulta que el ladrón había sido un probo policía del Ayuntamiento, que vio la obra de arte, valorada en unos dos millones de pesetas, en el santísimo suelo. El agente se llevó la estructura -una suerte de molinillo de acero inoxidable- en un camión de la limpieza el 28 de julio, es decir, hace 15 días. Rellenó el parte de intervención e informó a sus superiores. Los responsables del museo, dentro del área de Cultura -cuya titular es Esperanza Aguirre- se enteraron ayer de adónde había ido a parar la pieza: a un almacén de vallas del propio Ayuntamiento.

Viviendo entre vallas

La historia empezó cuando el policía municipal, de una unidad de Tráfico, vio la escultura destronada el último miércoles de julio, hace 15 días: de sus 13 barras sólo quedaba una en el pedestal. Otras dos habían sido desgajadas de la obra que Alfaro -uno de los creadores del grupo valenciano Parpalló- hizo en 1970, cuando investigaba en el minimalismo. El agente supervisó el traslado de las piezas -tubos de acero inoxidable- en el camión C-92 del Departamento de Limpiezas de La Elipa a un almacén de vallas de las que utiliza el Ayuntamiento para señalizar obras. El viaje no fue muy largo: hasta Velázquez, 137.La semana pasada, el 4 de agosto, el mismo policía se enteró de que la escultura seguía viviendo entre las vallas y escribió a su superior para decirle que el almacén "no es el sitio más idóneo para la estancia y custodia" de la escultura.

Pasaban los días. Hasta que el viernes 6 los encargados de la muestra permanente, dependiente del Museo Municipal (concejalía de Cultura), se enteraron de que les faltaba algo. Diez días después. Se llevaron un soberano disgusto y pusieron una denuncia en comisaría. No pensaron en un ladrón experto en arte, sino en unos gamberros. Y dieron orden de búsqueda: además de avisar a los agentes de la comisaría de Buenavista, pusieron a rastrear, según fuentes del Museo Municipal, a barrenderos, policías municipales, jardineros... sin saber que la obra ya estaba en poder del propio Ayuntamiento, en un almacén de vallas. Resulta que hasta el día 9, lunes, no se informó a la cúpula de la Policía Municipal para que lo comunicase a Cultura, aunque ya se había avisado a la Junta de Distrito de Salamanca. Los encargados del museo supieron del paradero de la obra desaparecida después de que este periódico hubiese llamado ayer para interesarse por el supuesto robo.

Andreu Alfaro dijo ayer desde su casa de Valencia que no es la primera vez que destrozan su obra, titulada así por estar concebida como un juego y en honor a un libro para niños que realizó con Joan Fuster anos atrás. "La restauraron mal entonces", aclaró, "y ahora habría que rehacerla". Alfaro, autor tambien del gran montaje metálico de los arcos de la avenida de la Ilustración, tiene cariño a su obra porque el museo fue un proyecto sentimental de Eusebio Sempere, un artista que se preocupaba por la obra de otros artistas".

Alfaro, como los otros autores, sólo recibió del Ayuntamiento una cantidad simbólica para cubrir los costes de la ejecución de la obra. "Lo curioso es que tengo muchas esculturas en Madrid", decía, "y ninguna ha sufrido actos vandálicos. Hay que preguntarse qué pasa en ese museo".

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Sin vigilancia

Las 17 obras de la muestra del paso elevado sobre la Castellana -instalada en 1979- llevan una vida bastante azarosa: dicen en el Museo Municipal que las esculturas -de Eduardo Chillida, Pablo Serrano, Joan Miró y Eduardo Sempere, por ejemplo- tienen que ser constantemente restauradas.Los responsables están hablando ya de montar una vigilancia permanente, porque las esculturas, de momento, están solas bajo el puente con la compañía de los empleados de los bancos cercanos, de los gamberros y de los viandantes.

La peor epidemia, aseguran en el museo, son los grafitos, que ensucian una y otra vez todas las superficies. Y tambiénl os chavales que Juegan en patines.

"Se cuelgan de las esculturas al girar. El otro día, una chica y un chico, cada uno por un lado del colchón ése [se refiere a una escultura de Eusebio Sempere que semeja un somier] se colgaban: pa acá, pa allá. Y yo les dije que a ver si se colgaban de otro sitio...", se queja un obrero con bigote, que ayer estaba reponiendo unas baldosas en el pavimento. Alguien desmontó una escultura del artista Francisco Sobrino del suelo por el sistema de levantar adoquines. La obra ha tenido que ser trasladada al Museo Municipal el pasado lunes.

De las trastadas y los vándalos tampoco se libró Mediterránea, del artista canario Martín Chirino, que culmina un conjunto ornamental de Sempere sobre una fuente. Desde marzo su silueta roja falta del museo. El propio artista la está restaurando.

La crudeza de la vida urbana no ha perdonado ni siquiera al monolito que cuenta quiénes son los creadores de las siluetas que embellecen el hormigón del puente: un panfleto descolorido de una antigua huelga veta la lectura al visitante.

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Sobre la firma

Ana Alfageme
Es reportera de El País Semanal. Sus intereses profesionales giran en torno a los derechos sociales, la salud, el feminismo y la cultura. Ha desarrollado su carrera en EL PAÍS, donde ha sido redactora jefa de Madrid, Proyectos Especiales y Redes Sociales. Ejerció como médica antes de ingresar en el Máster de Periodismo de la UAM y EL PAÍS.

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