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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Algunos trabajan; otros amenazan

AL JEFE de la red de extorsionistas de ETA no le "gustó nada" que el hijo de un empresario al que apretaba le dijera que hay "gente que trabaja", como insinuando que ellos, los extorsionistas, estaban "tocándose las pelotas". Tan poco le gustó la insinuación al recaudador de la banda que transmitió al padre del descarado la amenaza de darle "a su chaval un susto que le quite las ganas de quitarse los mocos para toda la vida". El interlocutor del empresario añadió: "¿Entiende?".Demasiado bien se entiende el mensaje, porque amenazar es una de las dos únicas especialidades que practica ETA: "Si te llega algún paquete o así, procura que no lo abra nadie", fue otra de las frases de transparente significación disparada por el recaudador. El susto, sin embargo, se lo llevó él al ser detenido poco después por la policía francesa, siguiendo indicaciones de la Ertzaintza. Este nuevo éxito de la policía autonómica vasca confirma el acierto de la implicación de la misma en la lucha antiterrorista. La brillante desarticulación, en enero de 1992, del anterior aparato recaudador de ETA dio confianza a los empresarios amenazados, y sus denuncias han permitido este nuevo golpe policial. La limpieza del mismo, que incluye grabaciones en vídeo de enorme fuerza probatoria y conversaciones muy reveladoras del estilo gansteril de estos gudaris de pega, contribuirá a reforzar esa confianza y a dificultar cada vez más el chantaje mafioso con que ETA financia sus fechorías.

Hace algún tiempo, un conocido dirigente navarro de Herri Batasuna declaraba por la radio que como mínimo debe reconocerse que los activistas de ETA "actúan por móviles altruistas". La observación resulta absurda si de ella se pretende sacar alguna consecuencia exculpatoria: los mayores asesinos de la historia pretendieron actuar por elevados móviles no personales. Pero las grabaciones difundidas por la Consejería vasca de Interior resultan especialmente interesantes porque marcan muy gráficamente la distancia entre la idealización del activista implícita en esa referencia a su altruismo y la sórdida realidad del matón que amenaza con dar una lección al mocoso que se atreve a recordarle que lo es. Sin embargo, tenía razón el hijo del empresario: puede que la de matón sea una profesión, pero no puede considerarse que sea un trabajo.

Las pruebas aportadas por el consejero vasco de Interior demuestran, de otro lado, que Juan María Atutxa no hablaba a humo de pajas cuando aseguraba que las conexiones entre las actividades de ETA y las de algunos miembros de Herri Batasuna (HB) iban más allá de la mera identificación ideológica. No es que esa conexión sea un secreto, y menos para los votantes de HB, pero su puesta de manifiesto de manera tan directa y ante el conjunto de la población puede contribuir a abrir los ojos a esos sectores que pretenden hacer compatible su rechazo genérico de la violencia etarra con su simpatía hacia los que consideran herederos del sector más radical de la oposición antifranquista y que no dejan de pedir "soluciones políticas para un problema político".

La operación de la Ertzaintza constituye una demostración adicional de que no existe mejor medida política que la eficacia policial. Contribuye a que las víctimas del chantaje superen el miedo que con sus amenazas intentan suscitar los terroristas. Cierra las vías para la financiación de nuevas actividades amedrentadoras en una fase en que el dinero es el combustible que mueve la maquinaria de la violencia. Y desenmascara y ridiculiza a quienes sostienen que ETA es la expresión de "un contencioso histórico".

Pero las detenciones constituyen sobre todo un nuevo frenazo al enésimo intento de reconstrucción de la estructura terrorista producido con posterioridad a la captura de Artapalo, hace 16 meses. El resultado de esos intentos es una organización cada vez más debilitada. Y no hay otra forma de acabar con ETA que hacer visible esa debilidad ante sus hooligans.

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