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PERFIL FABIOLA Y PAOLA

Dos reinas para los belgas

Lluís Bassets

Fabiola de Mora y Aragón dejará de ser el lunes la reina de los belgas, el título que le correspondía como esposa del monarca constitucional en ejercicio. No hay rey de Bélgica, sino de los belgas, según la Constitución, que no concede ningún papel a la esposa o al esposo del monarca, que no puede suceder al rey fallecido.Seguirá siendo la reina Fabiola y tendrá derecho a vivir en alguna de las residencias reales. Pero la nueva reina de los belgas será su cuñada Paola, nueve anos más joven, madre de tres hijos y abuela de tres nietos. Bélgica tendrá así dos reinas, circunstancia que sólo se había producido muy brevemente en 1934, cuando murió Alberto I y coincidieron su viuda, Elisabeth de Baviera, y la joven esposa de Leopoldo III, Astrid de Suecia, que murió en accidente de coche al cabo de un año.

Paola fue la primera princesa que pisó el palacio de Laeken, 24 años después de aquella fecha trágica, tras una boda de campanillas que dio largas horas de trabajo a los paparazzi y a la todavía piadosa prensa del corazón de la época. Nacida en 1937 en Fonte di Marmi, una estación balnearia donde su familia poseía una casa de veraneo, la niña recibió los nombres de Paola Margherita Giuseppina Maria Clánsiglia, y detrás, un rosario de numerosos apellidos nobles: de la madre, Luisa Dei Conti Gazelli di Rossana e di San Sebastiano y del padre, Fulco príncipe de Ruffo, di Calabria, duque de Guardia Lombarda y conde de Sinopoli.

Era una joven de belleza perfecta, que hubiera podido hacer carrera como modelo o como estrella de cine. Pero al decir de los italianos, la boda con Alberto de Lieja fue obra de su hermano Antonello, el hombre de negocios de la familia, que quería dar un destino más alto al mejor capital de los Ruffo. La chispa se produjo gracias a una invitación de la embajada belga a una recepción en honor de Alberto de Lieja en los días de la coronación de Juan XXIII como nuevo papa. Luego, todo fue muy rápido.

Princesas en palacio

Primera princesa en el palacio de Laeken desde 1935, pero no primera mujer. Había otra en palacio, es cierto. Era una plebeya, Lilian Baels, que se había casado con Leopoldo III en 1.94 1, en plena ocupación alemana y sin permiso del Parlamento. Había recibido el título de princesa de Rethy y tuvo tres hijos, Alejandro, María Cristina y María Esmeralda, hermanastros, por tanto, de Balduino y de Alberto, pero sin ningún derecho sucesorio. Por tanto, ninguna otra mujer había desempeñado desde la muerte de Astrid funciones oficiales como miembro de la casa real.Y la corte en la que entró la italiana rubia y de ojos azules, convertida en princesa de Lieja, había quedado paralizada en el tiempo. Era un convento lleno de hombres vestidos de gris, regido por un protocolo envarado y animado por una religiosidad excesiva. La aparición de una cuñada también latina, Fabiola de Mora y Aragón, justo al cabo de un año de boda, no mejoró las cosas para la. "dulce Paola". La española era mujer de faldas plisadas bajo la rodilla; la italiana, minifaldera. Una, recoleta; la otra, extravertida. La primera, católica tradicional; la segunda, más que posconciliar. La de Aragón, calmada y conforme con el protocolo; la de Calabria, adicta de la Vespa, del rock y de la vida mundana.

A los cuatro años de casada, las cosas no andaban bien para Paola. Sólo aparecía en los actos donde su presencia era imprescindible. Se la vio bostezar en plena ópera. Veinte años después hubiera sido una lady Di o una Fergy. Entonces sólo se rompió la magia del flechazo con que la recibieron los belgas, y su popularidad empezó a erosionarse. Mucho se dijo en la época sobre la estabilidad de su matrimonio, atribuida indefectible y malintencioñadamente a su actitud. Como si "el marido de Paola", tal como se le nombraba, no fuera también un hombre animado y juerguista.

La Libre Belgique, diario conservador y católico donde los haya, escribía ayer que todas las anteriores circunstancias "convirtíeron en dificil de vivir su destino de princesa, llegando a perjudicar incluso al equilibrio de la pareja principesca". El cantante italo-belga de expresión francesa Adamo, autor de los bailables más hot de los años setenta, le dedicó una canción, lo que dio pie a algunas especulaciones.

Ahora que Paola dejará de ser princesa de Lieja y se convertirá en reina de los belgas, en la reina Paola, todos los cuentos de los años mozos no son más que maledicencias o exageraciones. "A principios de los años ochenta, el cielo está sereno bajo la pareja que continúan formando Paola yAlberto. Posiblemente han empezado un nuevo capítulo de su vida en común", escribe el diario popular bruselense La Lanterne.

Basta con oír hablar sobre la nueva regina a alguno de los más de 200.000 italianos que viven en Bélgica y que componen la colo-nia extranjera más numerosa. 0 a los belgas, todavía emocionados por la desaparición de Balduino. Paola es una abuela de leyenda, tanto por la hermosura que conserva a pesar de los años como por su humanidad y su simpatía. Se sabe también que llega al trono impregnada de una nueva religiosidad casi mística. La Libre Belgique asegura que las tormentas han amainado

gracias, entre otros, al apoyo espiritual de Renovación Carismática".

Profundo abatimiento

¿Y Fabiola? Profundamente abatida, según se puede ver en las imágenes más recientes, la reina deberá tomar importantes decisión es en los próximos días. La otra soberana viuda que ha conocido la historia de Bélgica, Elisabeth, prefirió vivir por su cuenta en el palacio de Styvenberg y abandonó la residencia oficial de Laeken, propiedad del Estado, para el uso de su hijo Leopoldo III. Éste, en cambio, tras abdicar en 1951, siguió residiendo junto a su hijo, el rey Balduino, y su segunda esposa en la residencia situada en un inmenso parque al norte de Bruselas.El Gobierno presentará al Parlamento, posiblemente el viernes, un decreto concediendo una pensión vitalicia a la viuda de Balduino, a la que el primer ministro ya dirigió el lunes un sentido elogio al comunicar a la Cámara de los Diputados y al Senado la muerte del rey. Se espera que Fabiola siga residiendo en Bélgica, donde están sus sobrinos y cuñados, así como presidiendo las fundaciones y obras de caridad de las que se ha ocupado hasta ahora. La reina de los belgas será Paola, y ella, la viuda del rey triste, podrá suceder también a su marido en el título que le dio la prensa en su ya lejana adolescencia.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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