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NOVILLADA NOCTURNA

Un final agridulce

Punto final. Los chavales ya no incordiarán a sus padres con tan trascendentales cuestiones como, por ejemplo, ésta: "¿Qué es lo que ha hecho el torero ahora con el capote?". Ni serán respondidos cansinamente por su progenitor: "Una navarra, niño, y cállate ya; vaya nochecita. Si lo sé no te traigo". El positivo experimento de las novilladas nocturnas de los sábados, cuya expectación ha ido aumentando semana a semana con un público joven e infantil -los niños acompañados entraban gratis y las localidades costaban, sólo 600 pesetas- murió anteayer.Esta tristísima y sorpresiva muerte mostró, no obstante, una parte alegre: el gentío disfrutó con otro interesantísimo festejo. A ello no contribuyeron en demasía los mansos novillos de Ortigao, abantos de salida y que se repucharon en varas, pero sí la entrega y rabia de sus matadores, que se enfurruñaron con semejantes maulones. A la terna jamás le entró la pavura y plantó cara sin tregua a sus enemigos.

Ortigao / Neila, Muñoz, Matola

Novillos de Orfigao Costa, bien presentados y mansos. 4º y 6º, descastadísimos y peligrosos; 1º y 3º, muy flojos.Carlos Neila: media atravesada (ovación); pinchazo y estocada desprendida (ovación). José Antonio Muñoz: pinchazo sin soltar y pinchazo hondo atravesado perdiendo la muleta (silencio); pinchazo sin soltar, estocada desprendida perpendicular y descabello (silencio). Curro Matola, de Elche (Alicante), nuevo en esta plaza: estocada trasera (oreja); dos pinchazos sin soltar, media contraria -aviso- y dos descabellos (palmas). Plaza de Las Ventas, 31 de julio. Novillada nocturna. Casi media entrada

El más rabiosamente entregado fue el debutante Curro Matola, que arrumbó con el único manso encastado, el tercero. El animal pedía pelea siempre que el torero entrase en su jurisdicción a molestarle. Y así se produjo Matola, quien a base de redaños le extrajo varias series de redondos y naturales que emocionaron a los asistentes. Poco importaba que varios pases los realizara con retorcimiento y la suerte descargada, ya que la intensidad de la faena caló rápido en los espectadores. Tras fulminar a su rival con un gran espadazo a ley, se llevó una justísima oreja. Tampoco se arredró frente al sexto, de peligrosa mansedumbre total y que huía despavorido.

Y tampoco lo hizo Neila con el cuarto, de similar condición a éste. Al que abrió plaza, de cabeza derrotona debido a su flojera, lo sometió valerosamente, aunque le faltó más ligazón. El sevillano José Antonio Muñoz sigue apuntando (tiene ganas y se le adivina la clase), pero sin disparar por su frialdad y abundancia de pico y otros ratimagos.

"Me lo he pasado muy bien, papá; ¿cuándo volvernos?2, dijo otro niño a la salida. La respuesta fue rotunda e inexplicable para el niño, ni para nadie: "El año que viene".

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