Y ahora también vuela

El enorme éxito de la película Robocop, realizada en el año 1987, no sólo instaló definitivamente al realizador holandés Paul Verhoeven en el cine de Estados Unidos, sino que origina una inevitable serie de violentas producciones de ficción científica derivadas de aquella primera entrega de la saga. Tras muchas dudas de los directivos de la productora Orion, la segunda parte fue dirigida por el veterano y versátil Irvin Kershner en el año 1990 y cuenta de nuevo con Peter Weller y Nancy Allen encarnando a los principales personajes del reparto.Ahora, en esta tercera parte recien estrenada en España, el actor Peter Weller, cansado del complejo proceso de maquillaje y rodaje y de que luego prácticamente no se le vea en pantalla, es sustituido por el todavía menos conocido Robert Burke, mientras continúa Nancy Allen en su papel de bonita chica policía. Y se encarga de la dirección el especialista en películas de acción Fred Dekker, un joven de muy corta experiencia que anteriormente sólo ha rodado otras dos películas.

Los problemas económicos por los que atraviesa la productora Orion dificultaron el final del rodaje, y quizá sea la razón de que algunos de sus múltiples trucos, en especial el principal, resulten un tanto burdos, y asimismo hacen que el estreno se retrase un par de años. No obstante, el resultado de Robocop 3 nada se altera por ello, continúa siendo una violenta producción de ficción científica que se atiene a todas las normas actualmente de moda.

Gran elementalidad

Siguiendo el esquema tradicional de las historietas gráficas del género, Robocop 3 narra con gran elementalidad cómo el personaje Robocop, esa diabólica mezcla de policía y de robot, vuelve a poner todo su poder destructivo al servicio del bien y contra el mal en el área de la ciudad estadounidense de Detroit.La única novedad de esta tercera entrega de Robocop consiste en que en esta ocasión los buenos son los vecinos de un viejo barrio que se niegan a abandonar sus casas para que lo transformen en otro barrio nuevo, y los malos son los componentes del grupo de Japoneses que controlan la mayoría de las acciones de la empresa encargada de realizar la operación.

Dentro de una narración ya sabida y por ello rutinaria, siempre previsible, carente de sentido del humor y en definitiva bastante aburrida, sólo puede destacarse que los complejos aparatos son fácilmente controlados por una niña de 10 años a través de un pequeño ordenador portátil del que nunca se separa. Asimismo, puede señalarse la escena del enfrentamiento del personaje con un brillante robot japonés y, sobre todo, que ahora resulta que Robocop, al igual que su pariente cercano Superman, también, puede volar.