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Crítica:JAZZ: 28º FESTIVAL DE SAN SEBASTIÁN
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Catarsis total

El Art Ensemble of Chicago asegura que practica gran música negra y apuntilla, quizá para hacer la definición más amplia y ambigua si cabe, que su espectro abarca desde la antigüedad más remota al futuro más lejano. Son ganas de complicar las cosas: ya los pioneros se dieron cuenta de las dificultades que entrañaba acotar una estética nacida de distintos cruces culturales y zanjaron el asunto con un término fácil de pronunciar y bastante difuso: jazz.Engordar definiciones y echarle misterio a la música forma parte del espectáculo de los de Chicago y, muy probablemente, son señas de identidad que les acompañarán hasta el fin. Es lógico. Gracias a ellas han pasado de ser un grupo incomprendido a ser considerado pozo de creación verdadera y paradigma de modernidad, aunque conviene advertir que no todo es invento suyo: el recientemente fallecido Sun Ra ya hacía, a principios de los años sesenta, música tan avanzada como la defendida por el grupo a finales de la misma década.

Jornada de clausura de Jazzaldia

Three Musicians, Art Ensemble of Chicago. Plaza de la Trinidad. San Sebastián, 27 de julio.

Precisamente esa dificil etapa de autoafirmación parecía tener en mente el quinteto cuando pisó el escenario de la plaza de la Trinidad en la jornada de clausura del festival su mente más lúcida, tomó las riendas y recubrió la música con una pétrea coraza de, expresión libre. Tras cerca de veinte minutos de percusiones atmosféricas, sólo interrumpidas por los estereotipados apuntes so listas del sobrevalorado trompetista Lester Bowin, Mitchell empuñó el saxo alto para construir un solo magistral., pleno de ritmo, ambicioso en lo es tructural y refinado en lo formal; por una vez, el recurso de la respiración circular cobraba todo su sentido y se ponía al servicio de la intensidad más fértil. Los restantes miembros aportaban golpes de efecto y pinceladas de color, pero era el genio del saxofonista el que iluminaba el camino.

Palpar el sonido

Las melodías nacían de la confusión, se multiplicaban, se hacían añicos y se zambullían nuevamente en el mare mágnum percusivo. La inmensa masa sonora casi se podía palpar. En tiempos en los que se acuñan términos tan sospechosos como caos organizado y similares, el Art Ensemble practicaba el caos puro, el caos con todas sus consecuencias, el caos que debía reinar al principio de -los tiempos.Mitchell volvió a emocionar, esta vez con el soprano, y sólo le hubiera hecho falta un trompetista de su misma altura artística para alcanzar la catarsis total. Sería un sueño verle, por ejemplo, junto a Olu Dara o Bill Dixon.

Al equipo formado por Joshua Redrnan (saxo tenor), Geoff Keezer (piano) y Christian McBride (contrabajo) no le falta ni le sobra nada. Se llaman, sencillamente, Three Musicians y hacen, sin más retórica, jazz. Pertenecen a una generación favorecida por una sólida preparación académica, pero no son meros prodigios técnicos: únicamente disponen de los medios para expresar sus cada vez más ricas ideas.

De la música que aman se ha abastecido en buena medida este festivalde San Sebastián, y también han contribuido a que el jazz haya sido durante cinco espléndidos días el amigo inseparable de todos los donostiarras.

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