Con buen pie
LOS NOMBRAMIENTOS de los principales altos cargos del Ministerio de Economía y Hacienda y las primeras manifestaciones públicas de su titular, Pedro Solbes, constituyen dos signos precisos, y positivos, sobre los nuevos aires que el Gobierno pretende imprimir a la política económica de esta legislatura.El perfil de los nuevos dirigentes económicos es susceptible de suscitar la confianza de los agentes económicos, de las fuerzas políticas y de la sociedad en general, por cuanto aúnan calificación técnica, experiencia en la gestión y algunas características personales que en principio parecen adecuadas para afrontar correctamente la actual crisis económica. La trayectoria profesional del nuevo secretario de Estado de Economía, Alfredo Pastor, un catedrático de Economía y consejero del Banco de España que ha tenido responsabilidades en el sector público (en el INI y en la empresa ENHER), internacionales (en el Banco Mundial) y en el sector privado (Instituto de la Empresa Familiar), es la de un economista de notable bagaje teórico, al mismo tiempo que familiarizado con la problemática de la economía real.
El secretario de Estado de Hacienda, Enrique Martínez Robles, que accede al cargo desde la subsecretaría del mismo departamento, acumula una larga experiencia de responsabilidades en el control de las finanzas públicas: es seguramente uno de los profesionales que mejor conocen la problemática de la fiscalidad en el Estado autonómico, al haber sido director general de Coordinación de Haciendas Regionales. Finalmente, el subsecretario, Juan Antonio Blanco Magadán, acreditó en Presidencia y Agricultura (donde ostentó igual cargo) cualidades de gestión en asuntos conflictivos.
Subrayar estos perfiles tiene un interés que desborda el ámbito personal, en estos momentos en que la formulación de la política económica para la presente etapa de recesión debe hacerse con signos e ideas claras, bien ensambladas en un programa de actuación. Las primeras manifestaciones de Pedro Solbes sobre la orientación de su estrategia -en relación a la prioridad otorgada a la lucha contra el déficit público; la necesidad del pacto social y la contención salarial; la revisión de algunos aspectos del programa de convergencia y la permanencia en el Sistema Monetario Europeo- revelan un planteamiento riguroso y al mismo tiempo flexible.
Resulta urgente que estos primeros pasos se concreten, cuantifiquen y articulen en un verdadero programa de actuación, tanto para contribuir a eliminar algunas de las incertidumbres que pesan sobre la economía española en estos días de turbulencias monetarias como para que la ciudadanía pueda disponer cuanto antes de la carta de navegar sobre la que establecer su propia ruta.
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