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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Negativa matizada

LAS GRANDES decisiones necesitan un tiempo para madurar y, con toda evidencia, la Asamblea Nacional del Partido Nacionalista Vasco (PNV) no ha dispuesto del necesario para debatir en toda su profundidad los términos del acuerdo histórico que les proponía Felipe González con su oferta de participar en el próximo Gobierno. Es comprensible su negativa, aunque el modo matizado con que ha sido formulada no descarta una eventual respuesta positiva en otro momento.Por ahora, y tras la anterior negativa de Convergència i Unió (CiU), se mantiene el escenario que parecía más previsible: formación de un Gobierno monocolor socialista, con un presidente que en su investidura ha contado con el apoyo de los nacionalistas vascos y catalanes, y búsqueda de fórmulas de colaboración que pueden cuajar a corto o medio plazo (previsiblemente con motivo del debate sobre los próximos Presupuestos Generales del Estado) en pactos estables de legislatura o, incluso, en alguna forma de corresponsabilidad gubernamental.

En lo que se refiere al PNV, ningún obstáculo de fondo parece oponerse a compartir más adelante responsabilidades de gobierno con los socialistas, a tenor de los argumentos dados para no compartirlas ahora. Los dirigentes del PNV reconocen que "ni ideológica ni jurídicamente existe impedimento alguno" para una eventual participación en el Gobierno del Estado, aunque se haya rechazado ahora por la premura de la oferta y por la "inconcreción en cuanto a la tarea a realizar y los medios para su buen fin".

¿Deben considerarse dichos motivos meros pretextos o expresan realmente la natural y exigible preocupación de los nacionalistas vascos ante una situación absolutamente nueva para ellos, con el solo precedente de la participación de su dirigente histórico Manuel de Irujo en uno de los Gobiernos republicanos, en plena guerra civil? No hay por qué dudar de que es lo segundo. El diagnóstico sobre la gravedad de la situación económica hecho por el presidente del PNV, Xabier Arzalluz, no ha cambiado. De ahí que se mantenga la disposición del nacionalismo vasco a colaborar con el Gobierno de España desde la consideración realista de que "si las cosas van mal para España iran mal para Euskadi". Y así lo ha corroborado la Asamblea Nacional del PNY al afirmar que "nada se ha cerrado, sino que, por el contrario, lo sucedido ha abierto campos de colaboración que no habíamos contemplado en el pasado".

Si el diagnóstico de la situación es el mismo y si la disposición a colaborar se mantiene, no hay por qué dudar de la voluntad de los nacionalistas vascos a cooperar en la gobernabilidad de España, aunque hoy lo hagan desde fuera del Gobierno. Seguramente hace falta un proceso más largo de maduración, que supere algunos recelos muy enraizados, para culminar plenamente la integración de los nacionalismos históricos en la gobernación del Estado.

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