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España estudia el envío de observadores militares al conflicto del Alto Karabaj

El Gobiemo español está estudiando una petición de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE) para enviar observadores militares al Alto Karabaj, una región del Cáucaso, por cuyo control armenios y azerba¡yanos libran una sangrienta guerra. Esta misma semana ha rechazado una solicitud informal de la ONU para mandar más de 300 soldados a la isla de Chipre, partida desde hace 30 años entre grecochipriotas y turcochipriotas. Estos dos recientísimos ejemplos ilustran el nuevo papel que juega España en el convulsionado mundo de la posguerra fría.

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España está aprendiendo que ser miembro activo de la comunidad internacional y formar parte del Consejo de Seguridad de la ONU tiene sus inconvenientes. En los ministerios de Asuntos Exteriores, de Defensa e incluso del Inter¡or empiezan a acumularse las peticiones para mandar soldados o policías a los cuatro puntos cardinales del globo.Las solicitudes no proceden sólo de la ONU, sino también de la Unión Europea Occidental (UEO), de la Conferencia sobre Seguridad y Cooperación en Europa (CSCE), de la Comunidad Europea o de la OTAN, cada una a cargo de sus propias misiones de observación, pacificación e interposición, lo que no contribuye precisamente a aclarar el panorama del nuevo desorden mundial.

Para Miguel Ángel Fernández-Mazarambroz, embajador especial del Ministerio de Asuntos Exteriores, las misiones de paz son "un deber moral, una obligación política y una oportunidad de desarrollar la política exterior, de la que pueden obtenerse importantes ventajas". No en vano, agrega, hasta Estados Unidos, renuente a participar en las operaciones de cascos azules, está revisando esta posición.

En el Ministerio de Defensa el tema se ve con más reparos. Aunque, las Fuerzas Armadas han revalorizado su imagen con estas misiones, que sirven también corno escuela práctica para los militares, no se olvida el coste económico que suponen y el riesgo de bajas que comportan, como se ha demostrado en Bosnia.

Entre las últimas peticiones figuran el envío de observadores al Alto Karabaj y de tropas a Chipre. La primera solicitud ha sido formulada por la CSCE y trasladada por Exteriores a Defensa, que la tiene en estudio. El Gobierno deberá tomar una decisión en los próximos días. Se trata de enviar un reducido número de observadores a la región, para verificar el cumplimiento del alto el fuego y la separación de los contendientes, además de la salida de las tropas extranjeras y el desarme de los grupos irregulares, previo acuerdo de las partes.

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La comunidad internacional se ha abstenido hasta ahora de intervenir en las ex repúblicas soviéticas, delegando en la práctica en la Federación Rusa el papel de gendarme de la zona, pero la multiplicación de conflictos en el Cáucaso, potencialmente tan explosivo como los Balcanes, aconseja un papel más activo.

En la primera fase de la operación está previsto mandar unos cincuenta observadores de distintos países europeos, para, más adelante, si todo se desarrolla según los planes, aumentarlos hasta unos 600 en total.

En Defensa no se descarta el proyecto, aunque no se quieren dispersar los escasos recursos con que cuenta, y se preferiría que todas las operaciones se canalizaran a través de la ONU. Naciones Unidas, sin embargo, está desbordada por la eclosión de operaciones de paz, y delega, aliviada, en organismos regionales como la CSCE en Europa o la OEA en América.

Más renuente ha sido Defensa al envío de soldados a Chipre, donde los cascos azules están desde 1964. La ONU se ha dirigido informalmente a España para pedirle que sustituya al batallón canadiense, que se retirará proximamente de la isla. La misión en Chipre es relativamente pacífica, y España no tendría mayor problema en participar en la misma si no fuera porque ya ha comprometido un millar de soldados en Bosnia-Herzegovina.

El criterio de la ONU es que hay que contar en reserva con el doble de los efectivos desplazados a la zona de conflicto, para atender a relevos y eventuales incrementos, y España, que sólo participa en estas operaciones con militares profesionales o voluntarios, que son minoría entre la tropa, no está en condiciones de asumir compromisos que supongan el envío de unidades completas al menos hasta que concluya la misión en Bosnia, según fuentes de Defensa.

En los últimos meses, el Gobierno ha tenido que rechazar numerosas peticiones, como la de mandar un batallón logístico a Mozambique, donde sólo ha enviado una quincena de observadores, o acudir con dos compañías a Somalia, tal como le pidieron las autoridades italianas.

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