Bien escaso
En su edición del domingo 20 de junio, EL PAÍS publica dos artículos muy interesantes. Me refiero a La invasión del paro, de Vicente Verdú, y a Que 70 años no es nada, de Alan Greenspan. Por un lado son opuestos, pues mientras el primero es un mazazo de sombrío realismo, el segundo ve con optimismo el papel que la difícil evolución de Europa oriental está destinado a tener para ellos y para Occidente. Por otro lado, creo que ambos son realistas y complementarios.Dice Verdú que "los expertos nacionales e internacionales revisan los engranajes y no hallan la razón de la avería".
EL PAÍS publicó el 29 de enero de 1988 (o sea, hace cinco años y cinco meses) una carta mía en la que, como puede comprobar el que lo desee, no sólo hablé de "crisis" y de su extrema gravedad, sino que también mencioné, como camino para paliarla, la colaboración con el desarrollo de Europa oriental y China.
Ahora, igual que entonces, escribo como simple ciudadano, pues no soy un experto. Pero permítame decirle que, como sigo creyendo que el principal factor desencadenante de la crisis es el desarrollo científico-tecnológico (que es irreversible), pienso que elparo no tiene solución. Pretender solucionarlo es crear falsas expectativas; es, en una palabra, mentir.
Hasta ahora el trabajo sirvió para producir los bienes, y también (mediante su retribución en dinero) para distribuirlos. La alta productividad permite ya obtener todo lo que la humanidad necesita con muy pocas horas/hombre; el trabajo es ya -y para siempre- un bien escaso (tal vez el único bien escaso).
Creo que (probablemente por caminos aún más dificiles que los que está recorriendo Europa oriental) se llegará a separar la función distributiva de la productiva. Entonces, la sociedadarantizará el libre acceso de todos a los bienes, mientras que retaceará el trabajo productivo y sólo permitirá una dedicación importante a los mejores-
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