'Dom Juan', de Molière, abre la 47ª edición del Festival de Aviñón
La ciudad francesa se convierte en un "centro de resistencia"
Si el cielo lo quiere..., como dice Don Juan, o, lo que viene a ser lo mismo, si el mistral (que sopla a 50 kilómetros por hora) lo permite, esta noche se inaugura la 47a edición del Festival de Aviñón, con la puesta en escena, en la Cour d'Honneur del palacio Papal, del Dom Juan de Molière, interpretado por la Comèdie Française, bajo la dirección de su administrador general, Jacques Lassalle. Un Lassalle cuya permanencia al frente de la Comèdie está pendiente de la decisión que tome el ministro de Cultura francés, quien hace unos meses criticó la gestión de Lassalle al frente del primer teatro de Francia.
Sin quererlo, Lassalle se ha convertido, en su condición de víctima más que probable, en principal atracción mediática de un festival que estrena nuevo director -Bernard Faivre d'Arcier, que ya lo dirigió de 1981 a 1984-, en un terreno políticamente novedoso -la alcaldía de Aviñón ha vuelto a manos de la izquierda-, lo que convierte al festival, según palabras de su flamante director en un centro de resistencia.Resistencia frente al poder mediático, concretamente de la televisión, que amenaza al espectáculo vivo, en vivo; resistencia frente a las severas restricciones económicas con que la derecha en el poder quiere castigar al mundo teatral francés, y, por último, resistencia ante unas "nuevas leyes injustas", clara referencia a las nuevas normas que rigen en Francia para la adquisición de la nacionalidad francesa y a la situación de los ciudadanos extranjeros en general.
Para Faivre d'Arcier, Aviñón 93 ha de ser un centro de resistencia y de solidaridad. Buena prueba de ello es el acto que el 30 de julio, después de la última función del festival, va a celebrarse, de madrugada, en la Cour d'Honneur: artistas franceses del teatro, la danza y la música van a leer en público una serie de cartas de familias de Sarajevo en las que cuentan sus miserias y sus esperanzas.
Mientras tanto, un semanario francés, de derechas, anuncia, antes de que se inicie el festival, que éste va a ser su último año. Faivre d'Arcier, que se sabe de sobras la canción, le quita importancia y afirma que este año el público está respondiendo espléndidamente, sobre todo con la llegada de La Comèdie y su Dom Juan.
Faivre d'Arcier juega, además de la carta resistente, combativa, la carta de la modernidad junto con la de la más rabiosa actualidad, con acento a ser posible francés. En cuanto a la modernidad, las vanguardias: piezas de Bulgakov, de Vitrac (Les mystéres de l'amour), de Witkiewicz (La poule d'eau), de Pirandello (L'homme, la bête et la vertu), de Brecht (La noce chez les petits bourgeois), las cuatro dirigidas por Christian Schiaretti, joven director de la Comèdie de Reims y astro ascendente dentro del panorama de la dirección teatral en el vecino país. La rabiosa actualidad: Bond (Maison darret), Berkoff (Kvetch), ambas dirigidas por Lavelli; Jean-Daniel Magnin (La tranche), Minyana (Oú vas-tu Jérémie?), Lars Noren (Munich-Athénes), Gao Xingjian (Au bord de la vie)...
Entre los nuevos textos de autores franceses contemporáneos que presenta el festival, hay uno recomendable, ya visto en su preestreno en junio en Caen: La plaie et le couteau, de Enzo Cormann. Se trata de una espléndida e inquietante evocación de la figura no menos inquietante del célebre Gilles de Rais.
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