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Un bocado insultante

Enric González

Hace un año, por estas fechas, Irlanda ardía de fervor europeísta. Los daneses habían dicho no al Tratado para la Unión Europea y a los irlandeses les tocó reanimar a la Comunidad con su referéndum. Hicieron bien su trabajo: dos de cada tres votantes dijeron que sí a Maastricht. Esto es, que querían el dinero.La campaña de aquel referéndum Incluyó un debate típicamente irlandés sobre si Maastricht era o no proabortista, pero la cuestión esencial fue una cifra. Una cifra variable, según se inflamaran los ánimos: 8.000 millones de libras irlandesas, 10.000 o 14.000, el caso era que un chorro de oro iba a cubrir la Isla.

En noviembre hubo elecciones, pero a nadie se le ocurrió romper el consenso sobre la CE. La coalición resultante, conservadores con laboristas, se cimentó sobre ese consenso. Irlanda siguió cumpliendo, subió los tipos de interés hasta niveles imposibles y quemó sus reservas de divisas, en aras del SME.

Al final tocó devaluar y, aunque hubo alguna queja, siempre fue respetuosa. El desastre se aceptó resignadamente. Ahí estaban los 8.000 millones, como premio inminente al buen comportamiento.

No es extraño el malhumor. Resulta que no hay 8.000 millones, sino 7.500. Y, añadiendo insulto, el bocado que falta se lo llevan los rivales británicos a Irlanda del Norte, Liverpool y las tierras altas escocesas. Para el Gobierno de Dublín, los fondos estructurales son una pieza esencial de los presupuestos. Si Bruselas, en las horas bajas, ofreció 8.000, 8.000 tendrán que ser. Para eso se firmó un tratado.

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