Bosnia, abandonada
LA RETIRADA de Mostar de los cascos azules españoles responde a una imperiosa necesidad de alejarles de los combates entre musulmanes y croatas en los que nada pueden hacer, salvo sufrir bajas. Los riesgos que se ciernen sobre nuestros soldados confirman que la situación en Bosnia es catastrófica: las misiones humanitarias de los cascos azuces se hacen imposibles ante el recrudecimiento de los combates; miles de refugiados han quedado sin hogar. Croatas y serbios quieren reducir al mínimo las zonas musulmanas, para facilitar así la solución que se está cociendo en Ginebra de una Bosnía repartida entre serbios y croatas, con una pequeña zona para los musulmanes. Todo ello, cubierto por un manto confederal que ayude a hacer tragar la píldora en la escena internacional. Pero las provincias serbia y eroata se integrarán, cuando juzguen oportuno el momento, en sus respectivos países. La realidad es que estamos ante un plan de destrucción del Estado de Bosnia-Herzegovina.En esta situación, es natural que la idea de levantar el embargo de armas a Bosnia cobre mayor fuerza y que su discusión se haya impuesto, a pesar de muchas resistencias, en el Consejo de Seguridad de la ONU. En realidad, ese embargo, dictado por Naciones Unidas en 1991 para la venta de armas a los beligerantes, se aplicaba a todos. Pero nunca funcionó, ha sido una farsa. Si bien es cierto que los bosníos, al no tener acceso al mar ni frontera con el extranjero, están en condiciones de clara inferioridad.
Hoy, la idea de levantar ese embargo parte de un razonamiento lógico: puesto que ni la CE ni la ONU han sido capaces de defender a un pueblo víctima de la agres!.ón serbia (y, posteriormente, croata), permitamos por lo menos a los bosnios que se procuren armas para defenderse. La actitud negativa de Europa ante esta propuesta es un rechazo de autocrítica: no queremos reconocer el fracaso de los intentos de la CE y luego de la ONU por dar una solución política a la guerra. Lo que ahora se está preparando en la conferencia de Ginebra es la legalización de lo que los agresores han impuesto por las armas, después de haber cometido horribles matanzas y deportaciones masivas en nombre de la limpieza étnica.
Por parte de Rusia, su negativa a levantar el embargo refleja sobre todo una tendencia constante a ayudar a Serbia. En cuanto a Estados Unidos, que ha dado un espectáculo de vacilaciones, cambios e inconsecuencias en el tema bosnio, ha votado a favor del levantamiento del embargo para encubrir el abandono de sus promesas de una política firme contra los agresores. La tranquilidad con la que los medios internacionales han encajado esta primera discrepancia seria entre Europa y EE UU indica que esa votación en la ONU' se ha realizado más bien para la galería. Nadie tiene la intención de interrumpir una evolución que hoy están imponiendo los agresores serbios y croatas.
Ni siquiera se habla ya de las zonas protegidas creadas por decisión de la ONU en Bosnia central y oriental, y que debían ser refugios garantizados por tropas internacionales en los que los musulmanes podrían escapar al exterminio. La evolución de los hechos, una vez que la ONU se ha negado a levantar el embargo de armas, exige la máxima prioridad en la creación de esas zonas. El mérito de los cascos azules -al margen de los grandes fracasos políticos de la ONU y de la CE- ha sido la ayuda prestada para salvar vidas y para abastecer poblaciones amenazadas por el hambre. Este aspecto de su trabajo necesita ser incrementado en estos momentos y sobre todo con vistas al próximo otoño, con el aumento de las penalidades que entraña la llegada del frío.
Sin embargo, el hecho de que Europa y la comunidad internacional hayan aceptado el éxito de los agresores tiene efectos perversos en toda la zona. Estimula a las fuerzas nacionalistas que querrían resolver los problemas de las minorías con limpiezas étnicas. La expulsión de albaneses por Grecia, la agudización del contencioso húngaro-eslovaco en torno a la minoría magiar en Eslovaquia, entre otros, indican una perspectiva trágica de extensión de los conflictos étnicos.
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