Una guerra desigual
Ankara tiene dispuestos 100.000 soldados para la ofensiva 'final' contra 4.000 guerrilleros
Una explicación para los más violentos ataques perpetrados hasta ahora por los kurdos de Turquía contra embajadas de este país, líneas aéreas, oficinas de turismo y bancos en varios países europeos se basa en el empeoramiento de la situación en el sureste de Turquía, donde ayer resultaron muertas diez personas. En las últimas semanas, el Ejército turco ha ido reforzando sus posiciones para lanzar una gran ofensiva que pretende acabar con la guerrilla del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), cuyo objetivo último es la independencia. "Ahora es tan sólo cuestión de cuando comienza el gran ataque", afirmó un funcionario turco. El baño de sangre es casi seguro.La campaña enfrentará a unos 100.000 soldados turcos y a unos 4.000 guerrilleros kurdos. De hecho, las ofensivas finales se han convertido en rutinarias en el sureste del país en estos nueve años de insurgencia, que han costado más de 6.200 vidas. El único cambio habido es que aumenta anualmente el número de muertes y la desesperación de la población civil kurda en la zona, unos seis millones de personas.
Los ataques de ayer contra intereses turcos -planeados sin lugar a dudas por los rebeldes kurdos- buscan atrarse el apoyo de Occidente hacia sus demandas sobre las violaciones por los turcos de los derechos humanos de los kurdos. Se calcula que, de los cerca de 60 millones de habitantes de Turquía, unos 12 millones son kurdos, pero la mitad de ellos vive en Occidente y con frecuencia habla poco o nada el kurdo.
Las tropas turcas han puesto a los kurdos contra los kurdos con un sistema de milicias de "guardianes de los pueblos". Los kurdos acusan a las fuerzas de seguridad de disparar primero y preguntar después, evacuando e incendiando cientos de aldeas y ayudando a escuadrones de muerte que han acabado con la vida de centenares de militantes kurdos en la región, incluyendo, al menos, a 13 periodistas en los últimos 18 meses. También se quejan de que, tras el fallecimiento del presidente Turgut Ozal, el Gobierno turco no ha logrado dar una respuesta adecuada a una tregua unilateral anunciada en marzo pasado por el comandante de las guerrillas, Abdulá Ocalan.
Ozal permitió a los kurdos en 1990 que, por primera vez utilizar en privado su indoeuropea lengua. Pero, insistiendo en que cualquiera que se llame a si mismo turco no sufre discriminación, rechazó garantizar las libertades kurdas en política, educación, o medios de comunicación social. Grupos internacionales han condenado frecuentemente las acciones de Turquía. De hecho, la brutal represión de los kurdos por Turquía es probablemente la principal razón para la amplía simpatía que la población local siente por los rebeldes.
Los militares turcos violaron ampliamente del cese el fuego anunciado por el PKK, pero la tregua se rompió principalmente porque los rebeldes, con base en Siria, realizaron una matanza de más de 30 soldados turcos desarmados y vestidos de civiles, el pasado 24 de mayo.
Los turcos, sien embargo, no tienen el monopolio de las violaciones de los derechos humanos. Los rebeldes kurdos han quemado escuelas y centros de salud turcos, han matado a civiles y sus tribunales populares han ordenado ahorcar a colaboradores del enemigo de postes eléctricos.
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