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El asesino que ha retado a Scotland Yard

Los homosexuales de Londres, alarmados por las amenazas del hombre que mató a cinco de ellos

Enric González

El desconocido debe de ser un varón de raza blanca, de entre 25 a 35 años, homosexual, trato correcto pero reservado, aspecto anodino; tiene empleo fijo y no vive solo. Éste es el perfil social que Scotland Yard atribuye, por simple deducción, al hombre más buscado del Reino Unido: un asesino que, en las últimas 13 semanas, se ha cobrado cinco víctimas en ambientes homosexuales de Londres.La aparición de este serial killer (un asesino en serie o, más apropiadamente, un adicto al asesinato) ha atraído la atención del público hacia un mundo normalmente oculto, el de los homosexuales sadomasoquistas. Por si el asunto no fuera lo bastante morboso, el asesino ha resultado ser un exhibicionista que se pavonea de sus crímenes en llamadas telefónicas a la prensa y a la propia policía. Promete que habrá "un muerto cada semana". Scotland Yard mantiene una gran reserva y sugiere que, por el momento, no hay pistas decisivas.

La investigación es dificil. El serial killer es el delincuente más peligroso y escurridizo. Elige a sus víctimas al azar y entre desconocidos. Scotland Yard sólo puede hacer tres cosas: limitar el inmenso número de potenciales sospechosos mediante un perfil social elaborado a partir del tipo de víctima y la forma en que muere, infiltrar agentes encubiertos en las zonas en que el asesino opera y esperar a que éste cometa un error.

El perfil ya está más o menos hecho. Los hipotéticos rasgos sociales del asesino son los señalados antes, deducidos a partir de los crímenes. Las cinco víctimas han sido un director de teatro, un bibliotecario, un alto ejecutivo norteamericano, un conserje y un cocinero. Gente muy distinta, con los denominadores comunes de raza (blanca) y preferencias sexuales (aunque hay dudas sobre el norteamericano).

La policía cree que el asesino contactó con ellos en bares de alterne homosexual. Todos murieron en su casa, estrangulados o por asfixia, durante prácticas sadomasoquistas. En cuatro casos hubo relación sexual. Tres de ellos eran seropositivos, lo cual, según algunos, sugiere que el asesino podría portar también el virus del SIDA y actuar por venganza. Pero los motivos pueden ser, según los psicólogos, mucho más complejos: la mente del serial killer es siempre tortuosa, más emocional que lógica, distorsionada por fantasías violentas saboreadas en secreto durante años.

La infiltración de detectives en bares gay ha despertado antiguos resquemores. Muchos homosexuales se sienten, en general, maltratados por los prejuicios policiales. Galop, un grupo de vigilancia gay, dice haber recibido más de 20 llamadas de posibles testigos que se niegan a hablar directamente con la policía.

Los psicólogos de Scotland Yard creen que el asesino puede cometer pronto un error que permita su detención. El ritmo de los crímenes se ha acelerado, lo que indica un agravamiento en su condición psíquica, y su aparente obsesión por hacerse publicidad y jugar con la policía puede llevarle a un exceso de audacia. El problema es la falta de tiempo. Si, como el desconocido promete, hay una nueva víctima la semana próxima, la presión sobre Scotland Yard se hará enorme.

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