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Rusia respalda en Viena, la posición occidental sobre la defensa de los derechos humanos

La Conferencia Internacional sobre Derechos Humanos de las Naciones Unidas que se celebra en Viena se convirtió ayer en el foro político mundial. Los delegados aprobaron la propuesta del ministro de Exteriores de Bosnia, Haris Silajdcic, de pedir al Consejo de Seguridad que actúe para conseguir el cese inmediato del ataque serbio contra Gorazde. Por otra parte, el jefe de la diplomacia rusa, Andréi Kózirev, se alineó claramente con la posición occidental sobre derechos humanos y apoyó la creación de un Alto Comisionado, similar al de los refugiados, para estos problemas.

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"A una hora de vuelo de aquí", dijo Silajdcic en un dramático discurso, "60.000 personas están amenazadas de muerte, y cientos de cadáveres llenan las calles". El diplomático bosnio indicó que si no cesaba la agresión serbia, la comunidad internacional y las Naciones Unidas perderían totalmente su credibilidad. La práctica totalidad de los delegados le ovacionó puesta en pie.Por su parte, Alia Izetbegovic, el presidente bosnio, no habló ante los delegados, pero en una conferencia de prensa, tras expresar sus dudas sobre las posibilidades de esta llamada, pidió el cese del embargo armamentístico sobre su república.

El secretario general de la ONU Butros Gali, por su parte, anunció que ya disponía de los 7.200 nuevos cascos azules que deberán controlar las llamadas zonas de seguridad en Bosnia. El origen de estas tropas se desconocía, pero fuentes diplomáticas aseguraron que un alto porcentaje procederá de países islámicos. Izetbegovic se manifestó en contra de la propuesta de Gali de llevar a cabo una segunda Conferencia de Londres sobre el conflicto balcánico, aunque ayer en Viena, esta posibilidad parecía tomar peso. Sin embargo, la reunión de hoy en Ginebra entre Izetbegovic, el presidente croata Franjo Tudjman y el de Serbia Slobodan Milosevic, se contemplaba con una considerable dosis de pesimismo.

Kózirev, por su parte, aseguró que el plan de la ONU de crear zonas de seguridad en Bosnia es "la mejor solución posible para las zonas en guerra" y advirtió que, antes de que Rusia envíe a observadores y tropas de pacificación a la región, el Consejo de Seguridad de la ONU "debe precisar el marco de las condiciones y establecer claramente el mandato".

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Amenaza de los nacionalismos

El jefe de la diplomacia rusa advirtió sobre la amenaza global de los nacionalismos tras el final de la guerra fría, criticando específicamente la política de los Estados bálticos con respecto a sus minorías, mayoritariamente rusas, y haciendo especial hincapié en Estonia.

En el campo estricto de la conferencia, el ministro ruso se alineó claramente con las posturas occidentales al mostrarse abiertamente partidario de la creación del Alto Comisionado para los Derechos Humanos e incluso del Tribunal Internacional Penal para esta materia. "Sería frustrante que estas ideas que se establecieron hace años no puedan concretarse en esta conferencia", manifestó.

En contraste con la actitud de Moscú, hay que anotar el progresivo endurecimiento de Pekin, que encabeza al grupo de paises, mayoritariamente asiáticos, que firmaron el documento de Bangkok en el que se pretende relativizar los derechos humanos y oponerse a la creación de el Alto Comisionado. El viceministro de Exteriores, Lila Huaqiu, negó que el "el modelo de derechos humanos de algunos países sea el único verdadero" y exigió la "no intromisión en asuntos internos".

China reaccionó con gran dureza ante la decisión final del presidente de la conferencia y ministro de Exteriores del país anfitrión, Alois Mock, de permitir hablar al Dalai Lama en el seno de la reunión paralela de las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y amenazó a Austria con "consecuencias negativas", en una clara alusión a los recientes tratados comerciales firmados por el canciller austríaco Franz Vranitzky en su viaje a China.

El líder tibetano en el exilio pronunció un discurso al aire libre cerca del lugar de la Conferencia. "Me produce gran tristeza la postura de algunos gobiernos asiáticos", señaló. "Estoy seguro de que la mayoría de la población asiática no apoya este punto de vista porque está en la naturaleza del hombre buscar la paz y la dignidad". Vranitzky se ha limitado a comentar: "No hay que dramatizar el asunto y recordar que el Dalai Lama tiene en Austria todos los derechos de un invitado, los de libertad de expresión y de movimiento".

Tras las dos primera jornadas dedicadas, por una parte, a los discursos de los representantes de los países y, por otra, a la confección de las comisiones y grupos de trabajo que deberán elaborar y pactar los documentos antes del próximo día 25 en que concluye la conferencia, ésta entra ahora en lo más complejo de la negociación. Las posturas están claras.

El Tribunal Internacional para los Derechos Humanos no parece tener posibilidades. Pero la creación del Alto Comisionado, según los diplomáticos de países occidentales, aparece como mucho más posible. Fuentes diplomáticas insinuaban ayer que para ello es imprescindible el apoyo latinoamericano.

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