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Tribuna
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Más papistas que él

Juan Arias

Una periodista española, volviendo de un viaje papal a África, le preguntó a bocajarro a Juan Pablo II si era necesario tanto derroche económico para anunciar el evangelio. Y el Papa, más bien malhumorado, le contestó que sí, que la redención de Cristo es más importante que todo el oro del mundo.Desde su punto de vista, puede que el Papa tenga razón. Pero la pregunta se la podríamos hacer también a las autoridades civiles y políticas que se deshacen por agradar al Vaticano, resultando así más papistas que el Papa.

Pienso en Madrid, y me pregunto qué tiene que ver con dispensarle una acogida digna al jefe de los católicos el que se paralice durante tres días una ciudad de tres millones de habitantes sin ser fiesta. Sin contar que a Juan Pablo II le habría dado exactamente igual que la concentración preparada en la Castellana, la mayor arteria circulatoria de la capital, se hubiese producido en otro lugar. Por ejemplo, en la explanada de la Complutense, o en la Casa de Campo. En cualquier sitio menos en el corazón ya congestionado de la ciudad.

Cosa que no deberían haber olvidado tampoco los obispos y haber impedido ellos dicho caos y el consiguiente cabreo de la gente. Y peor aún si han sido ellos quienes han forzado la presencia de Juan Pablo II en plena Castellana, como si hubiese significado una afrenta llevárselo a las afueras de la ciudad, un sitio aún más apto al estar lejos de ese "consumismo" que tanto fustiga Juan Pablo II.

En mis recorridos por el mundo, tanto con Juan Pablo II como, anteriormente, con Pablo VI, los encuentros multitudinarios se celebraron montones de veces a las afueras de la ciudad, un lugar más idóneo.

A Juan Pablo II lo que le gusta es el mogollón, la gente, cuanta más mejor, pero le da igual dónde se encuentre con ella.

Me parece recordar que durante la primera visita del Papa a Madrid también el entonces alcalde socialista, Enrique Tierno Galván, congestionó la ciudad. Y, al parecer, fue entonces la derecha la que había sospechado un cierto maquiavelismo. de Tierno para que la gente maldijera del Papa.

Pero hoy, cuando la alcaldía está en manos del Partido Popular, se repite la historia: olvidándonos de que estos días en Madrid se trabaja y de que, por tanto, la gente tiene que moverse forzosamente de casa. Los que creen y los que no creen. Olvidándonos de que todo lo que sea crear dificultades inútiles en la ya neurótica circulación de una ciudad como Madrid puede más bien alejar que acercar a fieles y no fieles de la devoción al Papa.

Y me imagino que ni a los más creyentes les puede agradar una ciudad colapsada, por lo que no les habría importado encontrarse con el Papa en otro lugar.

Pero al Papa y al Vaticano se les sigue viendo como un poder, con quien conviene estar a buenas: los Gobiernos de izquierda, por aquello de "que no se diga que...". Y los de derechas, por aquello de que "no faltaría más...". Y los que pagan son siempre los ciudadanos de a pie. Bueno, esta vez, sobre todo, los motorizados.

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