_
_
_
_

Por el asesinato a la fama

Christian Didier mató a la 'serpiente' Bousquet para conseguir protagonizar un telediario

Es la segunda vez en pocas semanas que la búsqueda de la fama lleva a un marginado francés a cometer un crimen notorio. A mediados de mayo, Eric Schmitt, la bomba humana, secuestró a unos niños en una escuela de París. Schmitt, una de cuyas primeras reivindicaciones fue ser entrevistado por una cadena de televisión, lo pagó con su vida. El pasado martes, Christian Didier, el enviado de Dios, mató de cuatro tiros a la serpiente René Bousquet, un alto funcionario del régimen del mariscal Pétain, que colaboró con los nazis en el envío a los campos de exterminio de 75.000 judíos de origen francés y extranjeros.Didier, un ex conductor de taxi de 49 años de edad, fue detenido cuando, a cara descubierta, reivindicaba su acción en una conferencia de prensa celebrada en el hotel de los suburbios parisienses donde vivía. Dijo a los periodistas: "Tengo la impresión de haber aplastado a una bestia peligrosa, a un escorpión o una serpiente, no a un ser humano". Y luego dio detalles: "Cuando le tuve delante, disparé tres veces. No se cayó. Increíble su energía, como Rasputín delante del príncipe Yusupov. Me dijo: 'Cabrón'. La última bala se la disparé en la frente o en la nuca, ya no me acuerdo. Vi cómo sangraba y se derrumbaba. Entonces me sentí aliviado".

"No me importa", añadió Didier, "que la gente diga que soy un enfermo, un genio o un tarado; lo importante es que he contribuido a favorecer el despertar de la conciencia humana; no puedo soportar ver que los nazis o sus colaboradores estén en libertad". Didier fue trasladado a comisaría. No mentía: los testigos le reconocieron; su arma era la que había abatido a Bousquet.

Didier cobraba una pensión a causa de una enfermedad mental, una psicosis narcisista. Hacía años que buscaba la fama. En una ocasión había logrado colarse en los jardines del Elíseo; en otra había boicoteado un mitin del ultraderechista Jean-Marie le Pen. Una de sus especialidades era interrumpir programas en directo de la televisión para hacer publicidad de los libros mesiánicos que escribía y que él mismo editaba.

En mayo de 1987, Didier, provisto de un revólver, fue detenido a la entrada de la cárcel de Lyón, donde estaba internado Klaus Barbie, el jefe de la Gestapo en esa localidad durante la II Guerra Mundial. Quería matarlo. Condenado a un año de prisión, declaró en el juicio: "Al ver en la televisión a una resistente hablar de las torturas que practicaba Barbie, mi madre me dijo: '¿Es que nadie va a cargarse a, esta basura?".

Didier no había protagonizado un telediario, pese a una década de esfuerzos. Lo logró matando a Bousquet. ¿Qué está pasando en Francia, este país supuestamente cartesiano? ¿Es la primavera? ¿Es la americanización? ¿Es el fin del milenio?

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_