Clinton retira una parte de su propuesta de impuestos sobre productos energéticos

En una de sus tantas renuncias -pero, sin duda, una de las más amargas de todas-, el presidente norteamericano ha tenido que retirar su propuesta de impuestos sobre las energías de acuerdo a su contenido calorífico, como condición imprescindible para que el programa económico de la Casa Blanca consiga la aprobación del Senado.Ésta es la más importante concesión que ha hecho Clinton hasta ahora al Senado, donde el presidente encuentra una, fuerte resistencia, no sólo de la oposición republicana, sino del sector conservador de su propio Partido Demócrata.

El presidente renuncia a aumentar los impuestos de la energía en proporción con su contenido en calorías medidas en unidades de BTU (British Thermal Units, Unidades Termales Británicas). Por complejo que esto parezca, casi todos los norteamericanos saben muy en lo que son "los impuestos BTU", es decir aquellos que les hacen más caro sus calefacciones y combustibles.

De los impuestos BTU Clinton pensaba sacar un bocado presupuestario cuantioso y necesario para pagar sus programas sociales, sobre todo el de la asistencia sanitaria a todas las personas que ahora no están cubiertas por seguros médicos privados.

La renuncia a esos impuestos es interpretada como un asunto de mucho más calado político. Lo que Clinton ha dado a entender con esa decisión es que renuncia a controlar punto por punto su programa económico y que deja en manos de los legisladores esa tarea. Así ha ocurrido tradicionalmente en este país.