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"Hay que evitar la venganza y el revanchismo"

ENVIADO ESPECIAL La entrevista se desarrolla en el Mercedes presidencial. Ramiro de León acaba de terminar su primera jornada como jefe de Estado. No está agotado. Explica que ha llegado a la presidencia con el apoyo de todos los sectores guatemaltecos e insiste en que el país necesita un gobierno de unidad nacional para los dos años y medio que durará su mandato. Su meta es consolidar la democracia y lograr la reconciliación de un país desangrado por tres décadas de guerra.

Dos testigos mudos acompañan el encuentro: el chófer militar, al que abren paso dos motoristas por las calles ya semivacías de Guatemala, y un joven oficial. Horas antes había tomado sus primeras decisiones como gobernante: destituir al ministro de Defensa, José Domingo García Samayoa, el hombre que apoyó a Serrano, y remover la cúpula militar. ¿El Ejército? "Lo tengo muy claro", dice. "Debe ejercitar sus funciones profesionalmente de acuerdo con la Constitución".

Pregunta. Usted, como procurador de los Derechos Humanos, ha sido constante en la denuncia de los fallos del sistema guatemalteco. Ahora está dentro. ¿Llega con soluciones?

Respuesta. Conmigo no se van a resolver los problemas porque la mayoría de ellos son de tipo estructural. Guatemala tiene un sistema democrático incipiente, frágil y hasta de transición hacia la plena libertad. Mi función es consolidar la democracia y servir de catalizador para lograr la comunión de todos los guatemaltecos.

P. Habla de unidad en un país tradicionalmente desunido.

R. Sí, pero no nos olvidemos que ya ha habido muestras de esta unidad. Me refiero al frente común que constituimos para conseguir el retorno de la democracia. Eso jamás se había visto en Guatemala.

P. En la calle se pide castigo para los golpistas.

R. Existe ese clamor. Sin embargo no es mi misión castigar a nadie. Para eso está el Ministerio Público. Yo tengo que lograr la estabilidad y no contribuir a lo contrario. Hay que evitar la venganza y el revanchismo.

P. A usted se le considera un reconciliador. ¿Qué le pediría a la Unión Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG)?

R. Las condiciones que presenta hoy el conflicto armado que enfrenta a los guatemaltecos son muy diferentes a las de hace 30 días. Ahora lo prioritario es consolidar la democracia. Creo que es necesario incorporar al diálogo a todas las fuerzas políticas y sociales del país. No queremos más muertos.

P. ¿Y al Ejército que le tiene que pedir?

R. Lo que tengo que pedirle está muy claro. Ejercitar sus funciones profesionalmente de acuerdo a la Constitución. El Ejército forma parte del Ejecutivo y con su apego a la Constitución tiene que contribuir a la paz, la libertad y la justicia que anhelan los guatemaltecos.

P. Su primera decisión ha sido cambiar la cúpula militar.

R. He hecho lo que tenía que hacer. Más que nada he sido consecuente con la realidad.

P. Hubo un compromiso tras la caída de Serrano de limpiar de corruptos el Congreso y la Corte Suprema de Justicia. ¿Está de acuerdo?

R. El compromiso fue acordado por la instancia de consenso, donde están representados todos los sectores del país que se opusieron al golpe. Moralmente estoy de acuerdo con que ese compromiso se cumpla. Pero, como presidente de la República, debo de ser respetuoso con esas instituciones, con las que estoy obligado a mantener una interrelación.

P. ¿Por qué la vida política guatemalteca llegó a tal degradación?

R. Somos un pueblo que apenas ha vivido en democracia. Ésta nos llegó un día de la noche a la mañana, sin que hubiera una cultura o una educación cívica en este sentido. Esto, unido a la violencia terrible que se ha enquistado en las raíces el país, ha degenerado en una ausencia de valores y una falta de concienciación política. Pero vamos a salir adelante.

P. ¿Sospechó alguna vez que se iba a convertir en presidente?

R. No. Yo llegué a la candidatura de la presidencia de la República empujado por la unidad nacional. Ni lo esperaba ni lo busqué.

P. Serrano no llegó a desmilitarizar el Estado. ¿Es ahora posible?

R. No se puede hablar de desmilitarización cuando hay una guerra interna. Yo creo que cuando llegue la paz se darán esas condiciones. No podemos pedirle al Ejército que reduzca su presupuesto o disminuya sus efectivos cuando tiene que cumplir una misión frente a una situación de subversión.

P. Usted va a ser la estrella de la próxima cumbre iberoamericana de San Salvador de Bahía. ¿Qué mensaje va a llevar?

R. Un mensaje de paz, de reconciliación y de ánimo para fortalecer nuestras democracias. Lo que hemos hecho en Guatemala es admirable. No hago más que recibir apoyos y felicitaciones de la comunidad intemacional. No sólo hemos recuperado la ayuda exterior perdida por el autogolpe sino que ha habido ofrecimientos para aumentarla. Va a ser un mensaje de defensa de la democracia.

P. ¿Cuenta con el apoyo de Rigoberta Menchú?

R. Ella y yo mantuvimos opiniones encontradas acerca de la forma en que debía retornar la democracia al país, para lo que se necesitaba el respaldo de todos los sectores sin excepción alguna, entre ellos el Ejército. En ese punto discrepamos, pero Rigoberta Menchú representa el Premio Nobel de la Paz y, en esa función, siempre que nosotros actuemos con metas claras de alcanzar la paz, la justicia y la libertad, yo creo que contaremos con su respaldo.

P. Inmunidad, corrupción y narcotráfico. ¿Cómo reacciona Ramiro de León cuando salen a relucir estas tres lacras?

R. Son tres males nefastos para cualquier democracia. Siempre luché- contra ellos. Antes, denunciándolos en mis señalamientos como procurador de los Derechos Humanos. Ahora tengo la posibilidad de hacer más eficaz esta lucha. Como presidente de Guatemala tendrán en mí un enemigo.

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