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"La mentalidad del Vaticano es integrista y fundamentalista", afirma Hans Küng

La política vaticana es fundamentalista e integrista. Interpreta el Concilio Vaticano II con mentalidad medieval, de contrarreforma o reconquista. El nuevo Catecismo universal de la Iglesia católica refleja esta orientación. Así lo entiende el teólogo suizo Hans Küng, de 65 años, que fue perito del Concilio convocado por Juan XXIII. Profesor en la Universidad civil de Tubinga (Alemania), el Vaticano retiró a este sacerdote la venia docente en la sección eclesiástica, entre otras cosas, por cuestionar la infalibilidad del Papa. Ahora afirma que la Iglesia católica está perdiendo de nuevo a las masas.

Küng, que asiste en Madrid al encuentro anual de la prestigiosa revista internacional de teología Concilium, cuya edición en español realiza Verbo Divino, admite que todas las confesiones -islamismo, judaísmo y catolicismo- tienen tendencias ortodoxas. Pero asevera: "La política del Vaticano es fundamentalista e integrista". Y argumenta: "Se ve, por ejemplo, que hay una interpretación integrista del Concilio Vaticano II, del que se utilizan solamente frases conservadoras".El teólogo suizo, que siempre recuerda que sus críticas son leales y desde dentro de la Iglesia, hace este análisis: "Los documentos del Vaticano II se citan con mentalidad del medioevo y de la contrarreforma".

El nuevo Catecismo Universal de la Iglesia Católica, a su juicio, refleja esta circunstancia. "El catecismo romano cita continuamente al Vaticano II para eliminar las tendencias renovadoras", dice. El nuevo compendio de la fe católica, "que cita unas 140 veces a Juan Pablo II y solamente cinco a Juan XXIII", lamenta Küng, no apuesta, a su juicio por la renovación, el diálogo, la apertura. Ofrece una doctrina integrista para una Iglesia disciplinada y uniforme", sentencia.

Küng sitúa en este contexto la nueva evangelización lanzada por el papa Karol Wojtyla en 1982, durante su primer viaje a España. Para el teólogo suizo es más "una romanización" que una evangelización, porque no se articula en torno al "Evangelio mismo, a la figura de Jesús. Propone la doctrina romana, el derecho canónico, la línea del partido actual". Es, ha dicho en más de una ocasión Küng, una recatolización. "Pero ya se ve en España que esa propuesta es una ilusión, que no es posible volver al medioevo". "La Iglesia", sostiene, "pierde de nuevo las masas". Pone ejemplos: "En Alemania [país de mayoría protestante] que es muy difícil encontrar ahora mujeres menores de 30 años para la cooperación activa en las parroquias". El teólogo suizo afirma que estos colectivos rechazan cooperar con una Iglesia cuyo "gobierno está contra el control de la natalidad o trata a los divorciados de una forma indigna", criterios que considera inhumanos.

Küng considera que "la Iglesia funciona bien solamente bajo una dictadura. Roma habla ahora "siempre de los derechos humanos, pero no le gusta la democracia. En el nuevo catecismo", dice, "no existe la voz con la palabra democracia".El caso de Polonia, donde nació Juan Pablo II, es en este sentido paradigmático para Küng. La Iglesia católica fue fuerte y popular durante la dictadura y decayó durante la recuperación de las libertades. En este país, dice, "la Iglesia se empieza a ver como una Iglesia de poder, en lugar de la Iglesia de servicio que diseñó el Concilio Vaticano II", argumento que Küng desarrolla en su libro Proyecto de una ética mundial, editado en España por Trotta. En este libro, el teólogo suizo afirma que un programa como la nueva evangelización "va inevitablemente acompañado de la denuncia a la democracia occidental como consumismo, hedonismo y materialismo".

Ética mundia

lKüng defiende en este libro la construcción de una ética mundial, que tenga en cuenta los valores religiosos y los principios de los no creyentes. "La paz", dijo a este diario, "no es posible sin la paz entre las religiones".El conflicto en la ex Yugoslavia "es un ejemplo muy dramático", afirma, "de que no habrá paz entre las naciones y los grupos étnicos si no hay paz entre las confesiones cristianas y las religiones". El teólogo insinúa que la jerarquía católica croata y ortodoxa serbios y los musulmanes podían haber evitado el enfrentamiento si, desde el fin de la Il Guerra Mundial, hubieran dialogado, incluso de los "terribles crímenes" cometidos por los croatas en la contienda. "Ahora", dice, "hay muchos crímenes serbios". Parece una revancha, deja entrever. "Qué lástima que los obispos funcionen prácticamente como sus respectivos gobiernos; no son un poder imparcial ni profético".

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