_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Mañana

Juan José Millás

Si mañana vas al campo para reflexionar, no dejes de acercarte a ver los árboles, que a lo mejor te ocurre algo divertido. Debajo de un árbol, por ejemplo, se ahorcó Judas y perdimos el paraíso terrenal; debajo de un árbol descubrió Newton la ley de la gravedad y salió Buda del sobaco de su madre; debajo de un árbol se celebró la histórica merienda del PSOE, y debajo de un árbol aguardaba el vellocino de oro a los esforzados argonautas. Por cierto, que también debajo de un árbol se aparece la Virgen todos los primeros sábados de mes en El Escorial (mañana mismo).Los árboles son tan importantes en la historia de la humanidad que los pueblos suelen adoptarlos como símbolo de su fundación o independencia. Por eso, siempre que uno va al campo debería acercarse a ver los árboles y aprender algo de ellos. Los manzanos son buenos para la perdición y los descubrimientos (Adán/Newton), mientras que los castaños resultan excelentes para ahorcarse (Judas). La higuera es muy buena para protegerse del sol, pero es peligroso quedarse dormido porque su sombra actúa sobre el sueño de un modo que te vuelve loco (Maupassant). El fresno resulta el más indicado para las apariciones marianas (El Escorial), y, en fin, la acacia es un comodín: lo mismo sirve para reflexionar que para dormir, además de ser un excelente paraguas durante las tormentas, pues no atrae, como el abedul o el pino, los rayos.

Por mucho que uno haya oído hablar de los árboles, o aunque los aya mirado incluso desde el tren, siempre impresionan cuando se ven de cerca, porque tienen, según Descartes, la forma del conocimiento humano, cuya savia son las palabras. Su único defecto es que a veces no nos dejan ver el bosque, del mismo modo que las palabras nos ocultan la idea.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Juan José Millás
Escritor y periodista (1946). Su obra, traducida a 25 idiomas, ha obtenido, entre otros, el Premio Nadal, el Planeta y el Nacional de Narrativa, además del Miguel Delibes de periodismo. Destacan sus novelas El desorden de tu nombre, El mundo o Que nadie duerma. Colaborador de diversos medios escritos y del programa A vivir, de la Cadena SER.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_