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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Una peseta frágil

QUINCE DÍAS después de su tercera devaluación, la peseta ha vuelto a ser objeto de intensas presiones depreciadoras durante las dos últimas jornadas de la semana pasada. Desde ese nivel, en el entorno de las 76 pesetas por marco alemán, en que parecía acomodada desde el jueves 13 de mayo, ha llegado a cotizar significativamente por encima de su paridad central (79,11 pesetas por marco) en el mecanismo de cambios del Sistema Monetario Europeo (SME). Un comunicado del Banco de España en el que se hacen propósitos por ser "extremadamente prudente en la regulación del nivel del tipo de interés", y la más convincente elevación de su tipo medio de inyección, desde el 11, 59% hasta el 11,92%, con el consiguiente tensionamiento en los tipos de interés en el mercado interbancario, contribuyeron a que el tipo de cambio retornara al final de la jornada del viernes al nivel de su tipo central en el SME. Un cambio de actitud, el de nuestras autoridades monetarias, que contrasta con la decidida tónica bajista de los tipos de interés alimentada desde el jueves negro y que, en todo caso, no elimina por sí sola la vulnerabilidad de la moneda.El brusco e inesperado giro impreso a la política monetaria tras la tercera devaluación amparó en los mercados de divisas esa percepción de que la 9volución de los tipos de interés podría quedar subordinada a las exigencias de la pugna electoral; tras el descenso en los tipos de interés oficiales que acompañó a esa devaluación, y las declaraciones anticipadoras de movimientos adicionales, el partido en el Gobierno ya no aparecía con el supuesto lastre de unos tipos de interés relativamente elevados. Ello no ha impedido, sin embargo, el avance de las expectativas de votos del Partido Popular, otorgando con ello mayor virtualidad a ese escenario poselectoral en el que el compromiso cambiario quedaría supeditado a una mayor laxitud de la política monetaria: a reducciones adicionales de los tipos de interés. Eso es lo que se percibe en los mercados de divisas, independientemente de la frecuencia con que se sucedan las declaraciones, no siempre Consistentes entre sí, reafirmando los compromisos con el SME.

En la situación actual de incertidumbre resulta más vinculante la constatación de que la citada pugna electoral no está permitiendo la concreción de las líneas de política económica que habrán de aplicarse cuando quede constituido el próximo Gobierno, que esas forzadas declaraciones o la insistente reafirmación de que la peseta está actualmente situada en las proximidades de su nivel de equilibrio, y más aún si el ganador en las elecciones fuese el actual partido mayoritario de la oposición.

Es hora de que los partidos con aspiraciones de Gobierno detallen las actuaciones que llevarán a cabo en esos primeros meses en los que los mercados financieros seguirán cuestionando la capacidad de defensa del tipo de cambio de la peseta. Más allá de genéricos enunciados sobre política presupuestaria, es preciso conocer las líneas en que esos partidos pretenden asentar la elaboración de los próximos Presupuestos Generales del Estado: la magnitud y las prioridades de gasto; los elementos en torno a los que giraría esa propuesta de pacto social presente en todos los programas, y, desde luego, es de todo punto necesaria la concreción en el tiempo de esas reformas estructurales indispensables para eliminar los quistes inflacionistas que sigue exhibiendo la economía española. En ausencia de ello, el cuestionamiento del tipo de cambio -la precariedad de la peseta- seguirá siendo el reflejo de esas limitaciones estructurales de nuestro sistema económico: de su incapacidad para aprovechar las posibilidades que ofrece esa irreversible dinámica de integración europea.

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