Serrano se presenta como el 'salvador' de Guatemala
El presidente de Guatemala, el evangelista Jorge Serrano Elías, no pudo justificar en su primer encuentro ante la prensa intemacional razones de peso que de alguna forma acrediten su decisión del pasado martes de acabar con la democracia en este país centroamericano. Serrano, que se presentó como el salvador de Guatemala, ante una supuesta conspiración del narcotráfico, pecó de ingenuidad al dejar entrever que lo suyo fue un ajuste de cuentas con los poderes constitucionales que le estaban molestando.El mandatario guatemalteco compareció el viernes ante los centenares de periodistas extranjeros destacados estos días en Guatemala, rodeado de la mayor parte de su Gobierno, incluido el ministro de Defensa, general Juan Domingo García Samayoa. Lo hacía en la víspera de la visita al país de una comisión de la Organización de Estados Americanos (OEA), encabezada por su presidente Joao Baena Soares y compuesta por los cancilleres de Nicaragua, Barbados y Uruguay, que ayer iniciaron investigaciones sobre lo sucedido.
Serrano se presentó seguro de que no habrá marcha atrás. Controlada por la fuerza la población y sometida la prensa a la mayor mordaza jamás conocida en América Latina, su autogolpe, que ayer cumplió su quinto día, está en fase de consolidación.
Tibia condena internacional
A ello ha contribuido el ministro García Samayoa, quien, con sus declaraciones de apoyo a Serrano, disipó el día antes cualquier duda sobre un posible contragolpe de un sector del Ejército para reinstaurar el orden legal. También la poca efectividad de la repulsa internacional que de momento no ha pasado de sus enérgicas frases condenatorias. Las excepciones, sin embargo, han sido Estados Unidos, el único país que le ha cortado en seco la ayuda, y Venezuela, que retiró a su embajador 24 horas después.Junto a Serrano intervino en dos ocasiones el general García Samayoa, una para decir que el Ejército era obediente y otra para justificar el alto poder de su institución dentro del Estado por causas de la guerra. "No hay divisiones", dijo en un tono cuartelero. García Samayoa salía por segunda vez en dos días al paso de la crítica contra Serrano de algunos generales, retirados pero influyentes, que han exigido el restablecimiento de la democracia y de la devolución del Congreso y de la Corte Suprema a sus legítimos representantes. Serrano intervino en varias ocasiones alardeando de su poder sobre el Ejército.
"No soy un dictador. No soy un fracasado", fueron algunas de las respuestas de Serrano ante los periodistas. Dijo que con su decisión ha acabado con instituciones corruptas, en alusión al Congreso y a la Corte Suprema de Justicia, que estaban siendo víctimas del narcotráfico. En este sentido llamó al resto de las democracias latinoamericanas a seguir su ejemplo "de depurar los sistemas de control democráticos para que no les pase lo mismo que a Guatemala".
Serrano, que negó cualquier acusación de corrupción en su persona, y se mostró dispuesto a ser investigado, señaló a los destituidos presidentes de la Corte Suprema de Justicia y del Congreso, Juan José Rodil, y José Lobo Dubón, respectivamente, como "los principales desestabilizadores del sistema".
En este sentido reveló que había descubierto una disparatada trama que une a estos dos altos funcionarios, en una misma operación contra su autoridad, con periodistas, diputados y trabajadores, todo ello orquestado por el narcotráfico. Rodil y Lobo habían promovido antes del autogolpe una investigación contra Serrano, que sospechan se ha enriquecido en los últimos dos años y medio con fondos públicos.
Más información en la página 20 de Domingo.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.