"El embargo de armas es el verdugo de Bosnia"
Zuka, mítico jefe militar musulmán, insiste en el derecho de su pueblo a luchar por sobrevivir
ENVIADA ESPECIAL Es una leyenda para los musulmanes de Bosnia. Su nombre, escrito en las paredes de las casas y en las furgonetas de los milicianos, despierta las mismas dosis de terror y veneración: Zuka. Se llama Zulfikar Alispago y vive con sus hombres en la montaña Igman, cerca de Sarajevo. No es militar, pero en dos años de guerra en la antigua Yugoslavia, Zuka y los combatientes de Igman se han convertido en la unidad de choque del Ejército bosnio.
Sus hazañas bélicas contra los serbios en Croacia y Bosnia, primero , y contra los croatas, ahora, corren de boca en boca, al igual que la brutalidad de sus acciones. Entre sus gestas, destaca la detención de Juka, un delincuente de Sarajevo que había creado un ejército paralelo al bosnio y se había rebelado contra el Gobierno.Para sus seguidores, Zuka es un héroe. Para sus enemigos, un mercenario que se vende al mejor postor. Es la primera vez que accede a hablar con un periodista: hasta ahora, Zuka se ha mantenido en la sombra. Se jacta de que nadie tiene una fotografía suya, lo que facilita sus movimientos. El y sus hombres -no quiere decir el número: "Son suficientes", musita- se encuentran desde hace unas semanas en la zona de Jablanica, en la Herzegovina occidental, donde tratan de acabar con los enclaves de las milicias croatas.
Detrás del mito hay un hombre alto y delgado, de piel muy clara y vida oscura. Tiene 35 años, pero su pelo es ya canoso. "Me han salido durante estos dos años. Antes de la guerra no tenía canas". Su cara es angulosa, la nariz recta, y los ojos, marrones, miran al cielo y al suelo para clavarse después en el interlocutor.
Es musulmán, sus papeles son croatas y su pasaporte alemán. Los últimos 15 años los ha pasado en España, donde dice haber vivido en Murcia, Alicante y Málaga, y en Alemania, dedicado, asegura, "a la venta de coches de segunda mano". Sonríe cuando se le pregunta por su fama de traficante de armas y drogas. "No, vendía coches".
En Alemania le sorprendió e estallido de la guerra en Croacia. Y volvió "para luchar por los más indefensos". Los primeros momentos de la guerra fueron los más duros. "Estaba en el lado croata. Mucha gente en Bosnia ayudó a los croatas en su defensa contra los serbios. Y aquí ellos nos están haciendo lo mismo". Cuando la guerra se extendió a Bosnia, Zuka combatió en Sarajevo con una fiereza que ha pasado a la historia. Desde allí se mueve ahora por los frentes, "allí donde hay problemas".
"El Ejército de Bosnia atraviesa una situación muy difícil. Sólo sobreviviremos si se levanta el embargo. de armas". ¿No supondrá eso una escalada bélica? "Si no tenemos armas, nos matan a todos, eso es seguro. No quedará un musulmán en este territorio. En Kiseljak, por ejemplo, han encontrado hace días los cuerpos de 1.000 civiles musulmanes. Y aquí, en la zona de Konjic, están empezando las matanzas como en Vitez. Ahora las milicias croatas y serbias nos atacan juntas en 20 kilómetros de línea de frente. Quieren limpiar la zona. Los musulmanes hacen la guerra por sobrevivir. Nada más. El embargo es el verdugo de Bosnia".
Zuka cree que el plan de paz Vance-Owen puede tener futuro. "El problema es que Mate Boban [líder de los croatas de Bosnia] ha entendido que las provincias del mapa de Owen deben ser étnicamente puras. Pero la población no quiere esto. Está cansada de los enfrentamientos. Son los líderes los que meten toda la propaganda. Los musulmanes dependen de un Estado que se llama Bosnia. ¿O es que España, Francia o el Reino Unido van a acogerlos a todos?"
Zuka se revuelve contra las acusaciones de matanzas perpetradas por sus hombres -que llevan camiseta negra y una cinta en el pelo- contra la población civil: "Nosotros no queremos acabar con los croatas. Queremos que sigan aquí, en convivencia con los musulmanes".
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