Se reconocieron 32 toros para aprobar seis
Nada menos que 32 toros tuvieron que reconocer los veterinarios para seleccionar los seis que finalmente se lidiaron. Y salieron nobles.La nobleza de los toros debería obligar a los toreros sedientos de triunfo. Parece lógico, pero, nada. Parece que no les obliga más que su propia comodidad. Buscan el toro noble que vaya y venga, el de recorrido sin apreturas, el que permite estar sin dejar de estar en sí mismos, y, cuando lo encuentran, todo son precauciones y probaturas. Una serie por aquí, otra por allí, y, al final, después de una larga faena, cuando toda la plaza hace ya 10 minutos que está convencida, al torero se le enciende una luz y descubre, ¡oh, milagro!, que el toro. se deja torear. Y, entonces, se, rompe. Pero lo que está ya rota es la paciencia del público.
Núñez / Niño de la Capea, Caballero, Chamaco
Toros Herederos de Carlos Núnez (1º, devuelto por inválido), bien presentados, flojos, mansos y nobles; sobrero, del mismo hierro, flojo y deslucido.Niño de la Capea: dos pinchazos y estocada (pitos); tres pinchazos y descabello (vuelta). Manuel Caballero: estocada (oreja); estocada (vuelta). Chamaco: pinchazo hondo y descabello (ovación); estocada casi entera (palmas). Plaza de Córdoba, 26 de mayo. Corrida de feria. Media entrada.
Tras el reconocimiento de los 32 toros, pertenecientes a tres ganaderías, se lidiaron seis de Carlos Núñez, mansones, flojos, nobles y suaves. Pero muy bien presentados, con cabezas muy bien puestas y astifinas. Quizá por lo último sólo se cortó una oreja en tarde que, necesariamente, tenía que ser de triunfo.
Niño de la Capea no quiso ni ver a su primero, un toro deslucido. Anduvo como alma en pena, como quien se ha entrenado para el fracaso. El animal no se quería comer a nadie, pero el torero prefirió, vaya usted a saber por qué, huir hasta de su sombra. Para eso, se podía haber quedado en Salamanca. Intentó arreglarlo en el cuarto y lo consiguió sólo a medias. El toro tenía recorrido y requería una muleta experimentada capaz de acompañarle su templada embestida. Niño de la Capea esperó al final de la faena para *emplearse con una sentida serie de naturales. Mató mal y demostró unas ganas. enormes por dar una vuelta al ruedo que nadie le pidió.
Por naturales toreó bien Manuel Caballero a su primero, un toro flojísimo, al que entendió con gusto. Mucho mejor fue el quinto y lo desbordó la casta. Dio al final de su larguísima faena unos naturales que el toro reclamaba desde el principio.
Chamaco sigue con su espectáculo acuático y toreó bajo la lluvia. El torero onubense se ganó el respeto del público por su valor ante un tercer toro muy astifino y corto de recorrido, al que toreó vulgar, pero muy cerca de los pitones. En el peligroso sexto, abrevió tras una impresionante colada que pudo costarle un serio disgusto.
Babelia
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