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Los 'yonquis' sufren una sequía de heroína desde hace dos semanas

Francisco Peregil

Los drogadictos de Madrid atraviesan malos tiempos desde que llegaron las primeras lluvias de mayo. Muchos de ellos acuden una y otra vez a las chabolas con dinero fresco y salen con el mismo dinero y sin heroína. Los proveedores de turno les explican una y otra vez que no reciben ni un gramo de caballo desde hace unas tres semanas. La policía asiste intrigada al espectáculo de tanta gente enferma soportando los síndromes de abstinencia en las afueras de Madrid. "Tal vez ha habido un gran golpe contra la droga en Turquía", conjetura un responsable policial.

Los agentes apostados en poblados de chabolas como La Celsa o Pies Negros, en el sur, o la Quinta, en el norte, observan las caras desfallecidas de los toxicómanos de siempre entrar en las chabolas de siempre y salir con las manos vacías, como pocas veces salen. "¿No hubo suerte?", les preguntan de forma amistosa algunos agentes en La Celsa. "Qué va, los gitanos dicen que no les llega nada", responden aquellos.Algunos yonquis extraen sus propias conclusiones: creen que la policía ha pactado con los narcotraficantes para que disminuyan el mercadeo hasta que transcurran las elecciones del próximo 6 de junio. "Eso es absurdo", aclara un agente del distrito de Entrevías. "Nosotros hemos colocado el dispositivo de todos los días, pero sí que es cierto que no disponen de mercancía para vender. Además, cuando ellos tienen droga siempre saben cómo buscamos las vueltas y al final logran venderla".

Hace pocos días pasaron por el poblado de La Rosilla, conocido por los drogadictos como Pitufolandia, unos cuatrocientos yonquis en busca de droga. "Era algo insólito, nunca visto", explica el comisario del distrito. "Los chavales, enfermos al fin y al cabo, estaban nerviosísimos. Ese día tuvimos que emplear mayor vigilancia, solicitamos un mayor número de identificaciones personales, pero no encontrábamos droga por ningún sitio".

El agente asegura que en La Celsa, uno de los mayores centros de distribución de droga en España, se ha notado el descenso del tráfico desde hace unos quince días.

Registros fallidos

El comisario de Fuencarral, Jesús Ramos" sostiene que en los poblados de Las Liebres -conocido por los yonquis como Telecinco, por su proximidad al canal de televisión- y La Quinta afectuaron varios registros y no encontraron droga alguna. Y eso a pesar de que hace varias semanas la policía trabaja en la zona con caballos, que facilitan la persecución del traficante. "Yo he intentado sonsacar a algunos habitantes", explica un agente, "pero siempre me dicen lo mismo: 'aquí no se ha vendido droga nunca. Yo no he visto nunca nada".La reacción de los toxicómanos ha sido la de cambiar la heroína marrona o turca, que es la que se vende en los poblados, por la blanca, proveniente de Tailandia. Ésta la suele vende la población africana que deambula habitualmente por el distrito de Centro.

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La sequía ha originado algún suceso: Emilio R. J, de 50 años, vive en una chabola del distrito de Los Cármenes y tuvo que ser ingresado en el hospital Gómez Ulla a consecuencia de la ira de un yonqui.

El pasado martes, a las 3.30, se presentó en el chamizo un drogadicto armado con un rifle pidiendo droga, según declaró la familia de la víctima a los agentes. Emilio se la negó, siempre según la versión de sus familiares, y, armado con una garrota, salió tras el desconocido, que se volvió y disparó contra él.

En otros poblados como el de Los Focos, en San Blas, la policía continúa realizando las mismas aprehensiones y detenciones que en los meses anteriores. Algún policía sostiene que los traficantes suelen almacenar la droga para venderla a precio más caro cuando escasea en otras chabolas.

El comisario del distrito de San Blas cree, sin embargo, que las épocas de sequía suelen llegar a los poblados con cierta frecuencia, sin que constituya un hecho atípico.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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