Exaltación monárquica en Bulgaria con motivo de la visita de don Juan Carlos y doña Sofía
Por propia iniciativa o respondiendo a un llamamiento de la secretaría del rey Simeón II, exiliado en España desde los años cuarenta, miles de búlgaros se echaron a las calles para dar la bienvenida a los ilustres visitantes españoles. Eran de Sofía o habían venido de Plovdiv o de Vama y se agolpaban con banderas españolas y búlgaras o con ramos de flores a lo largo de las arterias que recorrió la comitiva real.Los más enfervorizados monárquicos se dieron, sin embargo, cita a la salida del pabellón de Estado al que llegaron don Juan Carlos y doña Sofía. Era gente mayor que bajo un sol de justicia enarbolaba retratos del jefe del Estado español, de doña Sofía y de Simeón II y su esposa, Margarita Gómez-Acebo. Otros exhibían pancartas en español y búlgaro dando la bienvenida a los Reyes, aunque en algunas se podían leer eslóganes pidiendo la restauración de la monarquía: "Queremos nuestro Rey" u "Ojalá en su siguiente visita en Bulgaria su Majestad el Rey Simeón Il les reciba" (sic).
Sólo simpatizantes
El que hubiese sido el mayor acto de exaltación monárquica no tendrá lugar. El acortamiento de la visita de los reyes, que inicialmente iba a durar un día más, ha dado pie al protocolo búlgaro a suprimir un desplazamiento al monasterio de Rila, donde está la tumba del rey Boris III. No existe, sin embargo, ningún partido monárquico en Bulgaria. Pero en varios grupos parlamentarios, hay simpatizantes de ese sistema político.Stefan Savov, hispanista y portavoz del principal grupo, Unión de Fuerzas Democráticas, y de ideas monárquicas, reconocía en una entrevista en televisión que ese sentimiento es minoritario. Fuentes diplomáticas señalan que sólo en tomo a un 20% de los búlgaros desearía la monarquía.
Sofía está a sólo unos 50 kilómetros de la frontera con Serbia y España enviará dentro de dos semanas a 45 miembros de la Guardia Civil del Mar a Russe, en el Danubio búlgaro, para vigilar el embargo al que está sometido el régimen de Belgrado. A pesar de ello, el Rey no mencionó la tragedia yugoslava en el discurso que pronunció en la cena de gala que le ofreció Yeliu Yelev, presidente de Bulgaria. "No ha querido meterse en harina", comentó un observador, en un país que, aun siendo favorable a las sanciones contra Serbia se considera muy perjudicado por el castigo impuesto a su vecino.
El Rey sólo hizo una alusión a la guerra balcánica cuando, en su alocución, alabó a Bulgaria por saber "evitar las violentas y disgregadoras confrontaciones que sufren otros estados de esta parte de Europa". En su discurso, que contiene una falta de ortografía, don Juan Carlos elogió la resistencia de los búlgaros frente a los nazis, gracias a la cual "consiguieron salvar del exterminio a 60.000 judíos" sefardíes.
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