La junta más larga y menos rentable
"Muchas gracias. Se levanta la sesión". Eran las 16,36 y Mario Conde conseguía, ¡por fin!, dar por concluida la junta de accionistas de Banesto, que había comenzado a las 12,00 con su presidente fresco y aplaudido, y acababa con un Conde agotado y algo crispado. Había tenido que aguantar cuatro horas y media -tres de ellas de intervenciones de accionistas-, en las que no pudo ni fumar un cigarrillo. Ni siquiera pudo ir al baño a refrescarse la cara, congestionada por el calor. Aun así, Conde se enfrentó luego a una conferencia de prensa de cerca de media hora.El presidente de Banesto afrontó ayer la más dificil de las juntas generales desde que accedió al cargo a finales de 1987. Conde tuvo que enfentrarse a una decena de accionistas, airados, un centenar de empleados afiliados a UGT que hacían sonar sus silbatos en protesta por la movilidad regional y a tina política de saneamiento que le impedió ampliar el dividendo de 1992. Fue la junta más larga de este banco y también la menos rentable para sus accionistas.
Conde salió airoso gracias al sistema habitual de estas reuniones: La mesa presidencial contaba con la representación del 75% de los socios. Con esas armas, no tenía más que esperar a que acabaran las intervenciones, responder a las acusaciones que más le afectaron e iniciar la votaciones que se saldaron con un alto minutaje de aplausos y algunos votos en contra que apuntó el notario, Félix Pastor Ridruejo. Conde insistió en la nueva política del banco de aumentar su capitalización hasta el nivel medio de la banca y situar sus dotaciones en lo exigido por el Banco de España. Conde calificó esta estrategia como "una apuesta de futuro". Esa fue. la justificación para no dar el dividendo complementario y advertir que esa política se mantendrá en 1993.
Además, el banquero gallego -que presumió de su tierra natal al no querer responder algunas preguntas en una posterior conferencia de prensa-, no prometió futuras rentabilidades en base a reparto de dividendos a corto plazo. Prefirió apostar por un beneficio en base de la rápida subida de las cotizaciones en Bolsa de las acciones de Banesto. Con su tradicional estilo de intentar cautivar al auditorio, Mario Conde enfatizó en que él mismo se jugaba su patrimonio acudiendo a la nueva ampliación de capital. "En estos cinco años en los que Banesto ha invertido más de 300.000 millones de pesetas", dijo, "no les he pedido nada. Y ahora que necesitamos capitalizar el banco les pido 50.000 millones, después de haber repartido dividendos por más de 100.000 millones en este periodo". . También lanzó algunas pullas a la política económica de Solchaga, pidió urgentemente un plan de ajuste pero advirtió que no iba a hablar de política en plena campaña. Tampoco habló demasiado de los resultados del banco en 1992.
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