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El ala más conservadora de la CSU alemana ocupa el Gobierno de Baviera

Edmund Stoiber, el representante del ala más conservadora del la Unión Social Cristiana (CSU), consumó ayer su victoria sobre el presidente de este partido y ministro de Hacienda del Gobierno alemán, Theo Waigel, y será elegido ministro presidente de Baviera el próximo jueves, día 27. Stoiber sustituye a Max Streibl, quien se ha visto obligado a renunciar al puesto a causa de un escándalo de corrupción bautizado con el nombre de Amigo. Waigel, que anunció personalmente en Múnich la decisión de la ejecutiva del partido, sale considerablemente dañado del enfrentamiento.

En compensación, los miembros de la ejecutiva han conseguido que Stoiber renuncie a completar su ambicioso plan y convertirse en presidente de la CSU en prejuicio de Walgel, aunque tras la prueba de fuerza entre los dos haya quedado bien claro quien es el hombre fuerte de esta formación política.Los socialcristianos bávaros, al escoger al ultraconservador Stoiber, muestran también hasta qué punto les afecta el auge de la extrema derecha representada por los Republikaner de Franz Schönhuber, cuya fuerza electoral en Baviera, donde las encuestas les adjudican hasta un 18%, amenaza con hacer perder a la CSU la mayoría absoluta con que cuenta en este land desde tiempo inmemorial.

La programada caída de Streibl, que sólo esperaba para dimitir a que el partido se pusiera de acuerdo sobre su sucesor, tiene su origen en lo que se ha dado en llamar, usando literalmente el término español, el asunto Amigo.

. La empresa aeronaútica Burkhard Grob consiguió que el Gobierno subvencionara el desarrollo de un nuevo avión espía conocido por las siglas LAPAS a base de regalos y de considerables donaciones a la CSU, entre ellas, varias invitaciones en años sucesivos a Streibl, su mujer y su hija para que pasaran sus vacaciones en la hacienda que Grob tiene en Brasil, con todos los gastos pagados, incluidos los viajes en avión.

Waigel, de 54 años, que sustituyó en la cabeza de la CSU al mítico Franz Josef Strauss cuando éste falleció en 1988, empezaba a estar cansado del ingrato ministerio de Hacienda en Bonn, un puesto que -primero con las impopulares subidas de impuestos para financiar la unificación y últimamente con el país sumido en la recesión económica- estaba minando, no sólo su entusiasmo político, sino también su popularidad.

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Cuando fue evidente que había que sustituir a Streibl, el ministro de Hacienda vio su gran oportunidad para abandonar elegantemente Bonn y dedicarse a ejercer de landesvater (padre del país) en Múnich.

Pero no había calculado que los cuatro años que lleva en Bonn ejerciencto como ministro en el Gabiente federal le habían distanciado considerablemente de las bases del partido, una situación que supo aprovechar Stoiber, el ministro del Interior bávaro, para hacerse con el control de la CSU.

"Ley y orden"

Este último, un populista representante del ala más derechista del partido, que no se cansa de repetir su compromiso con "la ley y el orden" y sus opiniones abiertamente contrarias a la inmigración, y que no ha tenido reparos en utilizar en sus discursos expresiones abiertamente racistas, encarna en sí mismo el dilema de los socialcristianos bávaros para sobrevivir en la Alemania unificada.Como ayer mismo se encargó de decir Waigel en la conferencia de prensa en la que anunció la decisión de la ejecutiva de su partido, la CSU permanecerá "dentro de los límites de Baviera" y se "reforzará para seguir jugando su papel dentro de la Unión", refiriéndose a su alianza con los democristianos (CDU) del canciller Helmut Kohl, ausentes en este Estado.

La opción de extenderse a toda Alemania configurándose como un partido conservador a la derecha de los propios democristianos parece así descartada. Queda como tarea recuperar los votos que por la derecha se les llevan los Republikaner, sin los cuales, no sólo su mayoría absoluta en Múnich corre serio peligro, sino también su presencia en el parlamento federal en las próximas elecciones generales.

Sobre el futuro de Waigel pese a que ayer afirmó que seguía en su puesto en Bonn, pesan serias dudas. Quienes le conocen personalmente aseguran que este hombre, famoso por sus pobladas cejas negras, por su sentido del humor y por su especial mordacidad con los miembros de la oposición socialdemócrata, nunca quiso ser ministro y que aceptó el cargo sólo como un sacrificio por su partido, que le exigió que le representara en Bonn. Varias veces ha hecho público su cansancio e insinuado que podría abandonar la política. El problema es que no abundan entre los socialcristianos bávaros políticos de su talla.

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