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FERIA DE SAN ISIDRO

Salió el toro

El toro salió y enseñoreó su estampa por el ruedo de Las Ventas. Es lo que más gusta a la afición venteña: el toro. El toro de trapío constituye el fundamento de la fiesta, y si tiene también poder y bravura, ya es lo no va más. El toro, medida única de la valía de los toreros.Los toreros de ayer, ninguno de ellos figura, no salieron muy bien parados de su confrontación con el toro cuajado y serio, y habrán de pagarlo caro: las inhibiciones y las carencias que hubieran podido tener, servirán de argumento para confirmar que están en el puesto merecido. Luego vendrán las figuras, con sus toritos de cartón, les harán monerías y eso también servirá para confirmar que ejercen por derecho propio el mando del toreo.

Murteira / Ramos, Campuzano, Soro

Toros de Joaquín Manuel Murteira Grave, con gran trapío, poderosos, mansos en general. Manejables excepto 1º.Mariano Ramos: bajonazo infamante cerca del brazuelo (pitos); estocada corta tendida muy trasera baja y descabello (bronca). José Antonio Campuzano: media atravesada trasera baja, pinchazo hondo atravesado y tres descabellos (pitos); estocada corta ladeada, rueda de peones y descabello (algunos pitos y palmas). El Soro: bajonazo y dos descabellos (silencio); pinchazo hondo atravesado muy bajo y cuatro descabellos (silencio). Se guardó un minuto de silencio en memoria de Joselito, muerto hace 73 años. Enfermería: el picador Juan Sánchez sufre lesiones de pronóstico reservado. Plaza de Las Ventas, 16 de mayo. Novena corrida de feria. Lleno.

Ni Joselito y Belmonte en su mejor época oyeron tan encendidos elogios como los que se les dice hoy a cualquier mediocre pegapases. Por menos de tres derechazos con el pico a un borrego cojitranco les llaman maestros o profesionales.

Los toreros que cada tarde lidian el toro con trapío y redaños : esos ya no son ni maestros ni profesionales, en cambio. Son modestos, nadie a tener en cuenta. El mundo al revés. Por este motivo, el público de la isidrada trató con especial dureza a los que hubieron de enfrentarse a los murteiras. Estaba el mexicano Mariano Ramos intentando fijar al incierto primero, y le chillaban. Técnica de buen lidiador empleó Ramos en ese toro, sin que se lo reconociera apenas nadie. Luego perdió los papeles -pegó un bajonazo infamante- y ya no los volvió a recuperar. Al cuarto no consiguió templarle ningún pase.

Los redondos largos de José Antonio Campuzano al segundo los da otro que yo me sé, y a estas horas ya le estarían componiendo poemas. Con la izquierda toreó sin ajuste, y acabó desaprovechando un toro que desarrollaba nobleza. Al quinto, también manejable, le ahogó la embestida. El Soro banderilleó con tanta contundencia como desparpajo para reunir a toro pasado, y muleteó astroso.

Los diestros no estuvieron bien, aunque quizá otros más encopetados lo habrían hecho peor. Se requería enorme valor para ponerse delante de aquellos toros de respetable arboladura. El quinto, ovacionado por su impresionante estampa, derribó con estrépito, lesionó al picador Juan Sánchez, caído al descubierto, y ya iba a cogerle cuando el peón Francisco Javier García hizo el quite a punta de capote.Chico de Madrid, hijo de quien fue gran banderillero Manolillo de Valencia, prendió un valeroso par al sexto. El hijo del Pimpi tiraba la vara con torería al cuarto, picando en lo alto, y si no lució más fue porque el toro huía al sentir el hierro y el matador mexicano prefería que picara su compatriota Ángel Suárez, hombre de mano dura y experto en mecharles a los toros los lomos traseros. Las cuadrillas, en fin, tuvieron importantes intervenciones en la lidia. Porque había mucho que lidiar. Como siempre que sale el toro.

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