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Los partidos italianos se reorganizan para adaptarse a la nueva ley electoral

PERU EGURBIDE, Unos 30 sindicalistas abandonaron ayer el Partido Democrático de la Izquierda (PDS) y se rumoreaba que el líder izquierdista Pietro Ingrao podría secundar esa decisión el próximo fin de semana. El ex democristiano Mario Segni anuncia que concurrirá a las próximas elecciones generales, bajo el sistema mayoritario, como cabeza de una nueva Alianza Democrática, que ha despertado la atención de republicanos y otras fuerzas laicas. Umberto Bossi reafirma, por su parte, las claves norteñas de su Liga, desmintiendo el proyecto de rebautizarla como Liga Italia.

Todos estos movimientos responden a causas distintas, como son: la protesta ex comunista porque el PDS no votó en contra de la confianza al nuevo Gobierno de Carlo Azeglio Ciampi; la adopción por Segni de una distancia definitiva frente a la Democracia Cristiana (DC), y la necesidad de Bossi de reafirmar el carácter localista de su movimiento ante las elecciones municipales previstas para dentro de tres semanas.Pero todos se producen también en el contexto de un proceso de transición, que, por primera vez desde hace meses, se confronta con un calendario político preciso y despejado de incógnitas.

El Senado inició ayer el debate del programa reformista del Gobierno de Ciampi, con la plena certeza de que el nuevo primer ministro obtendrá también aquí, hoy mismo o mañana, la confianza que ya ha merecido en la Cámara de Diputados. El Parlamento sancionará así con fuerza el compromiso de introducir el sistema electoral mayoritario antes de agosto y de celebrar a continuación esas elecciones generales para las que los partidos ya se preparan.

Investigación de corrupción

Por otra parte, las investigaciones sobre la corrupción derivada de la financiación en negro de los partidos políticos han provocado ya tanto escándalo que parecen haber agotado su potencial de desestabilización y sorpresa. Más aún, ahora que, con la introducción del voto a mano alzada para las autorizaciones de procesamiento, ha quedado prácticamente excluida la posibilidad de que vuelvan a repetirse divergencias entre el Parlamento y la calle como la registrada en torno a la absolución de Bettino Craxi, el ex líder socialista, quien seguramente terminará siendo procesado por otros indicios de corrupción todavía no considerados por la Cámara.

También a mano alzada, el Senado votará el próximo jueves la autorización para procesar al ex primer ministro Giulio Andreotti por el presunto delito de asociación mafiosa. Dicha votación ha perdido el poco dramatismo que le quedaba, desde que el mismo Andreotti solicitara que la autorización sea concedida.

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La Mafia, por su parte, ha vuelto a sumergirse, tras los golpes policiales de la primera mitad de este año, sobre todo tras la detención del gran capo Totó Riína, y los expertos consideran poco probable que la Cosa Nostra vuelva a lanzar un desafío desestabilizador en las actuales circunstancias.

Un escollo en el camino de Ciampi serán las elecciones municipales parciales del próximo 6 de junio, que llevarán a más de 10 millones de italianos a las urnas y que, sin duda, demostrarán el pésimo estado electoral de los cuatro partidos en que se apoya su Gobierno: democristianos, socialistas, liberales y socialdemócratas.

Pero la resolución de la última crisis demuestra que las fuerzas económicas y sociales que han dirigido Italia en la posguerra -una derecha confesional, pocas grandes empresas, una izquierda transigente y unos sindicatos volcados en negociar en cualquier circunstancia- siguen controlando la situación política.

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