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Resignación de los parlamentaristas brasileños a la derrota en las urnas

Los partidarios del parlamentarismo ya admitían su derrota incluso antes de la apertura de las urnas en el plebiscito que hoy decidirá en Brasil entre la, república o la monarquía y entre el sistema de gobierno presidencialista o parlamentario.

El final de campaña electoral, la noche del lunes, no aportó argumentos nuevos que puedan dar un vuelco a lo que parece un signo inexorable en la intención del electorado brasileño, dispuesto a conservar la república, presidencialista. La derrota del parlamentarismo tiene más relevancia política, porque la opción monárquica siempre se percibió casi como una broma histórica.

El fracaso del parlamentarismo tiene una consecuencia política inmediata, porque abre ya la carrera presidencial para 1995.

El presidente, Itamar Franco, se manifestó partidario del parlamentarismo, quizá para tratar de conseguir un final de mándato más tranquilo del que le espera si el régimen presidencialista se confirma hoy en las urnas.

A la monarquía las encuestas le dan un porcentaje entre un 12% y un 15%, una cantidad respetable que podría llegar a 10 millones de votos. Al mismo tiempo los monárquicos piensan que el plebiscito ha servido para reivindicar las figuras históricas del imperio brasileño y popularizar, a la familia Orleans Braganza, descendiente del último emperador de Brasil, Pedro II.

República corrupta'

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En algún momento el desencanto e indignación del pueblo brasileño hizo crecer la intención de voto favorable a la monarquía, como expresión de protesta frente a la república de los corruptos. El heredero del emperador, Pedro Gastón de Orleans Braganza, no se cansaba de repetir el ejemplo de su imperial antecesor, que viajó a Rusia con cuatro personas y pagó el viaje de su bolsillo, mientras que el presidente José Sarney lo hizo con dos jumbos cargados de gente con gastos pagados por el erario público.

Ayer, el Gobierno decidió disolver el Instituto de Previsión Social, que manejaba un presupuesto anual de 400.000 millones de pesetas, al descubrir una trama de corrupción generalizada. "La entidad está podrida y es necesario reconstruir el sistema para impedir irregularidades", declaró Carlos Mosconi, un responsable gubernamental del área de Sanidad al anunciar la disolución del instituto.

Pero todo indica que el desencanto popular llega a tal punto que ni siquiera se articulará un voto de protesta a favor de la monarquía. Los brasileños acudirán hoy a las urnas en lo que se considera un penoso deber. El plebiscito no corre riesgo de ser anulado por falta de participación. El voto es obligatorio en Brasil y los electores que no acudan hoy a votar serán multados. Además la ley prevé que el plebiscito se decidirá por la mayoría "de los votos válidos" y esto no permitirá contabilizar las abstenciones, los votos blancos y los nulos, que parece que van a alcanzar una marca histórica.

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