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González dará garantías en Viena de que España no se opone a ampliar la CE

El presidente del Gobierno, Felipe González, inicia hoy en Austria su último viaje oficial bilateral antes de las elecciones legislativas con la intención de disipar los malentendidos que han surgido con los países candidatos al ingreso en la Comunidad Europea (CE) sobre las reticencias españolas a la ampliación del club de Bruselas. A continuación, y acompañado por más de 60 empresarios, González se desplazará a Polonia, un país que será el primer jefe de Gobierno español en visitar.

"El ingreso de Austria en la CE no ( ... ) descafeinará el proceso de integración comunitaria, una de las grandes preocupaciones del Gobierno de Madrid", declaró a la agencia Efe el canciller austriaco, Franz Vranitzky, que discutirá con su homólogo español de la ampliación de la Comunidad a cuatro países -Austria, Suecia, Finlandia y Noruega- de la Asociación Europea de Libre Cambio (EFTA), que espera se produzca en enero de 1995.España ha sido presentada por algunos políticos austriacos y por la prensa vienesa como el Estado miembro de la CE más reticente a la ampliación, sobre todo desde que el secretario de Estado Carlos Westendorp vinculó el 8 de marzo en Bruselas la ratificación española del nuevo acuerdo sobre el Espacio Económico Europeo (EEE) a la previa aprobación del Tratado de Maastricht por Dinamarca y -el Reino Unido. El EEE es la antesala de la plena adhesión a la CE.

A causa de ese nexo o de la disolución de las Cortes, lo cierto es que España será, probablemente, el último país comunitario en ratificar el EEE, lo que en círculos diplomáticos de la EFTA se achaca no sólo a la prioridad que otorga a Maastricht, sino al miedo que le inspiran países neutrales como Austria, Finlandia y Suecia, que a la larga podrían desnaturalizar el tratado. La diplomacia española desearía, por ejemplo, garantías de que Viena no impedirá el desarrollo de una política exterior y de seguridad común inspirada en Maastricht.

Para tranquilizar a su huésped español, el socialdemócrata Vranitzky no sólo insistirá en su total aceptación de Maastricht, sino que le recordará que los cuatro aspirantes al ingreso serán todos contribuyentes netos a las arcas comunitarias con 294.000 milones de pesetas anuales, según la Comisión Europea, o 312.000 millones, según el Foreign Office británico. Austria aportará el 31% de esos fondos, que, en parte, serán destinados a la cohesión, es decir a ayudar al desarrollo de España, Portugal, Irlanda y Grecia. La contribución sueca será del 43,5%; la noruega, del 21%, y la finlandesa, del 4,5%.

En Polonia, la primera ministra, Hanna Suchocka, pedirá también a su huésped español apoyo para el ingreso en la CE, que el viceministro polaco de Asuntos Exteriores, Jacek Saryusz-Wolski, pronosticó la semana pasada em Copenhague para el año 2000, al término de una negociación que empezaría en 1996. "No pretendemos que se fije una fecha para el ingreso, pero sí un calendario con requisitos que, a medida que se vayan cumpliendo, nos acerque a la CE", explica Jan Kieniewicz, embajador polaco en Madrid.

Perjuicio económico

"Para Polonia, Hungría o la República Checa", comentaba el ministro español de Exterior Javier Solana, "una rápida, es, la adhesión puede ser económicamente perjudicial porque no están aún en condiciones de competir". "Hasta entonces es conveniente estrechar la relación política para que se sientan menos huérfanos tras su salida de la órbita soviética".González regresará a Madrid el sábado por la noche, pero antes de las elecciones hará un último viaje al extranjero, aunque con carácter oficioso. Se desplazará a Aquisgrán (Alemania) el 20 de mayo para recoger el prestigioso premio Carlomagno por su labor en la construcción europea.

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