La soledad del pequeño empresario
La recesión dificulta la supervivencia de las 'pymes'
A la soledad del corredor de fondo le acompaña ahora la soledad del pequeño empresario. Muchos industriales -de los casi dos millones de empresas que hay en España, más del 99% son pymes- se sienten solos ante el peligro; ante la caída de las ventas, ante la crisis y los problemas estructurales de sus sectores. Empresarios de Teruel, Madrid, Salamanca, Barcelona o Alicante dicen que ni el Gobierno ni la patronal les ayudan. Después de Italia y Japón, España es el país con mayor proporción de empleo en las pymes.
"Estamos todos en el mismo barco", dice Julio Dávila, dueño de seis supermercados y que da empleo a 80 personas. Este barco navega por un mar en crisis. Parte de su tripulación está formada por los pequeños y medianos empresarios, que dan empleo a seis de cada diez asalariados. Cada uno opta por una manera de capear el temporal. Gerardo Carreño, presidente de Centigraff, empresa de Barcelona dedicada a la fabricación de instrumentos de medida, opta por cambiar el rumbo de la embarcación. Hace tres años tenían tres fábricas. Ya han cerrado dos y la tercera se va a quedar en la mínima expresión. "En febrero de 1992 tenía 165 empleados, ahora somos 42 y vamos a reducir hasta 25 personas", comenta. "En nuestro sector está pasando exactamente lo mismo que en el textil". Las importaciones masivas de productos del sureste asiático les ha invitado a aliarse con el enemigo. Ahora compran los productos chinos, les ponen su marca y los venden.
Un ejemplo: un metro plegable de bolsillo cuesta en España 50 pesetas de materia prima y otras 50 pesetas de costes de salario, estructura de la empresa, gastos bancarios y venta. Ahora lo compran a China por 40 pesestas. "Esto es un desastre para la economía nacional porque estamos produciendo desempleo aquí para que puedan trabajar allí", afirma. "Pero no he visto a la CEOE que denuncie este tema o que haya pedido soluciones", comenta. Y añade que "la patronal se ocupa muy bien de los problemas de los grandes bancos y de las multinacionales pero muy poco de las pymes".
Abandono
Un portavoz de la CEOE asegura que esta asociación integra a un millón y medio de empresas de las que el 90% son pymes (con plantillas que van de uno a 250 trabajadores). "La práctica totalidad de la pequeños empresarios están en la CEOE y no se sienten abandonados", dice. A su juicio, lino es un problema de la CEOE sino de la autoridad competente que no se hace eco de las peticiones empresariales". J. C. S., de 68 años, de Alicante, ha decidido que su negocio vuelva a puerto tras una singladura que ha durado 25 años. Las ventas de su concesionario de automóviles -con 50 empleados- han caído más del 50% y lleva dos años con pérdidas. "Los pagos a Hacienda y al Ayuntamiento y los sueldos no paran de crecer, y los beneficios, de menguar. Así que tiro la toalla", se lamenta.Julio Dávila, propietario de seis supermercados, ha optado por echar el ancla. La crisis ha provocado una auténtica parálisis empresarial. "Estoy en punto muerto como muchos de mis colegas", explica Dávila, un mediano empresario madrileño. "Pago muchos más impuestos ahora que hace dos años y las ventas han bajado un 10%".
José Méndez, director del Instituto de la Pequeña y Mediana Empresa Industrial (IMPI), dependiente del Ministerio de Industria, es más optimista. "Las desventuras de las pymes son paliadas por una política de carácter estructural", comenta. Y habla de las medidas de carácter financiero, fiscal y laboral que aprobó el Consejo de Ministros hace unas semanas destinadas al 99% de las empresas, el 63% del empleo y el 64% del total de ventas de España, según sus datos.
La cuarta orden que se escucha sobre cubierta es la de achicar agua. Y eso están haciendo Francisco Criado, en Teruel, y Ángel Hoya, en Salamanca. Criado, de 63 años, tiene un aserradero y un negocio de destilación de resinas. Las importaciones francesas, de los países nórdicos y Canadá les están "abocando a cerrar a mí y todos los de mi sector". "Llevamos dos años y medio perdiendo dinero en la madera y estamos aguantando por amor propio. Pero por poco tiempo como no nos ayuden", explica. La financiación bancaria es un lujo demasiado caro. "El empleado del banco que antes te invitaba a un café ahora no te quiere ni ver", explica. En relación a la CEOE critica que "no hacen nada". Visiblemente molesto, añade: "El señor Cuevas defiende a la gran empresa y a la pequeña está a ver cómo la pisa más. Y esto se lo digo yo a la CEOE cara a cara".
El negocio de Ángel Hoya en Salamanca consiste en clasificar, lavar y peinar la lana. Un trabajo 100% manual, dependiente del sector textil. "Si nuestros clientes no venden no nos dan trabajo". Añade que "es la primera vez desde 1940 que nuestra empresa tiene impagados".
Otro problema "gravísimo es que estamos a 70 kilómetros de Portugal, donde los salarios son ridículos y tenemos una competencia atroz". Y se alegra de la decisión que tomaron en 1987 de modernizar la empresa, pues "si no ya estaríamos cerrados". Aun así, tienen presentado un expediente de regulación que afecta a 39 de los 41 trabajadores.
Historia conocida
Ante la caída del consumo, las importaciones masivas de productos elaborados en países con mano de obra baratísma y la crisis económica, el director del Impi, José Méndez, intenta que no cunda el desánimo. "Las dos terceras partes de las empresas industriales no tienen más de 15 años, lo que quiere decir que se crearon entre la primera y la segunda crisis del petróleo, lo que indica que no hay que ser tan pesimista", afirma Méndez.Según los datos del Impi, en la primera mitad del la década de los ochenta se destruyeron más empresas de las que nacieron. Tendencia que no varió hasta los años 1985-1986. Este instituto todavía no tiene datos sobre si se ha vuelto a la tendencia negativa.
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