Fetichismo de fieltro
La obra de Guillén-Balmes parece responder a la noción de "descentramiento" en el arte descrita por la influyente teórica norteamericana Rosalind E. Krauss, para quien el cuerpo del espectador es el tema principal de la escultura desde al menos los años sesenta. De ahí que sea inútil intentar extraer el significado de su obra de un análisis formal de sus relaciones internas, ya que éste no puede ser desvelado sino a través de nuestra propia experiencia como observadores.El arte minimal, que provocó definitivamente este descentramiento, supuso también el inicio de un proceso de desmaterialización del objeto artístico que culminaría con las prácticas conceptuales.
En 1969, por ejemplo, Douglas Huebler realizó una exposición en Nueva York que existía sólo en la materialidad del catálogo. En éste declaraba que el mundo ya estaba lleno de objetos más o menos interesantes y no veía razón para llenarlos más.
Ramón Guillén-Balmes
Galería Àngels de la Mota. Calle Goya, 5. Barcelona. Hasta el 15 de mayo.
Recientemente, y después del paréntesis neoexpresionista, se ha producido un retorno al fetichismo de ciertos materiales (en el caso de Guillén-Balmes, el fieltro) y de ciertas técnicas de producción serial o industrial, propias del minimalismo y sus continuaciones. Ahora, sin embargo, y en una época mucho menos optimista, estos revisionismos formales se suceden desde una perspectiva política o moral antes que estética.
Bajo el título genérico de Modelos de uso, el artista catalán Guillén-Balmes (nacido en 1954) nos presenta una numerosa serie de objetos realizados en fieltro, de pequeño tamaño en general, que recuerdan prótesis anatómicas o utillaje de valor esotérico por lo críptico de su posible funcionalidad. De su contemplación y de las declaraciones del artista se desprende una visión pesimista, cuando no reivindicadora.
Objetos inútiles
En último término, y al realizar objetos inútiles y absurdos, Ramón Guillén-Balmes cuestiona la utilidad, digamos que metafísica, de los logros prácticos de la humanidad. Es posible que se viva con mayor comodidad, pero no se ha logrado la felicidad. Por otro lado, es cierto que el hombre ha ideado multitud de cosas que le permiten superar sus límites físicos en relación a su entorno natural, pero tampoco ha conseguido, entre otras cosas, no dañarlo.Con estas obras, Ramón Guillén-Balmes pone en entredicho la actualidad del valor de la sublimación del ser humano patente en el arte representacional tradicional. Por último, resaltar también la potencia física de estos objetos más allá del aparato teórico que pueda arroparles. Repletas de alusiones sexuales casi sadomasoquistas o entre seres mutantes, y referencias a enfermedades terribles por lo desconocidas, su impacto en el espectador perdura.
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