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Una fábrica de bombillas para iluminar la miseria.

Pilar Bonet

La República Socialista Sovietica de Mordovia ha vegetado a costa de las subvenciones del presupuesto federal, ya que es uno de los 20 territorios más pobres del Estado ruso, compuesto por 88 unidades administrativas.Moscú ha reaccionado ante la crisis de Mordovia enviando una brigada de altos funcionarios gubernamentales que, durante esta semana, han estado elaborando precipitadamente un acuerdo económico que pretende ser también un espaldarazo para el presidente Vasili Gusliánnikov. El acuerdo prevé créditos para estimular la industria local, compensaciones para mantener estables los precios de la energía y abastecimientos de cereales.

Serguéi Esiakov, el ministro de Economía de Mordovia, confiesa que, de no haberse producido la crisis, el Gobierno ruso hubiera tardado mucho más en abordar los problemas de la república y no hubiera enviado los funcionarios de alto nivel que han llegado a Saransk.

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Esiakov tiene 30 años, estudió en Leningrado (hoy San Petersburgo) y no tiene planteado el conflicto de lealtades que afecta a otros de sus colegas, ya que, dada su inclinación por la economía de mercado, difícilmente pueden proponerle que forme parte del nuevo Gobierno sometido al Parlamento. El futuro de Mordovia está, según Esiakov, en el desarrollo intensivo de la agricultura y la industria de transformación agrícola.

Invertir en la industria

Mordovia tiene industria (la mayor fábrica de bombillas de Rusia, una gigantesca fábrica de cemento y empresas de productos químicos), pero invertir en industria es arriesgado, ya que la república está rodeada por provincias mucho más competitivas, como Nizhni Nóvgorod, centro de producción militar y hoy abanderada del proceso de privatización, o Ulianovsk, que conserva la disciplina administrativa del pasado comunista.

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La población titular de Mordovia son los mordovos, que constituyen menos de la mitad del millón de habitantes que puebla este territorio de algo más de 26.000 kilómetros cuadrados. Los mordovos no son un grupo compacto. Se dividen en los erzián y los mokshán. Ambos, muy asimilados a la cultura rusa, se distinguen por sus idiomas, pertenecientes a la familia finohúngara. Para los erzián se publica el periódico Erzianskaia Pravda, y para los mokshán, Mokshanskaia Pravda. Las desangeladas calles de Saranks están llenas aún de símbolos soviéticos.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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