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El Grupo de los Siete intenta apuntalar las reformas de Yeltsin con 43.400 millones de dólares

El Grupo de los Siete (G-7) aprobó ayer en Tokio un complejo programa de 43.400 millones de dólares (cinco billones de pesetas) destinado a sostener la democracia en Rusia y las reformas económicas dirigidas por Borís Yeltsin. Los ministros de Asuntos Exteriores y de Finanzas de los siete países más ricos de¡ planeta reiteraron su confianza en un triunfo de¡ presidente ruso en el referéndum de] próximo dÍa 25, aunque su más activo valedor en Tokio, el secretario de Estado norteamericano, Warren Christopher, precisó que EE UU mantendrá su apoyo a las reformas en Rusia aunque YeItsin pierda la consulta.

"No daremos la espalda a los esfuerzos reformistas, pero [una eventual derrota de Yeltsin] pondrá las cosas mucho más difíciles", precisó Christopher. El G-7 (integrado por Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Canadá) había rechazado previamente la propuesta norteamericana de crear un fondo internacional que facilitara la privatización de las grandes empresas estatales rusas.Las conclusiones. recogidas en el documento, poco preciso, dividen los 43.400 millones de dólares en cinco capítulos y diez apartados sobre cuya interpretación discrepaban los economistas y medios de comunicación acreditados en el Hotel Otani. Un estudio del baile de cifras en el multímillonario programa, de aplicación escalonada y desembolso condicionado a la evolución de las reformas en Rusia, permite efectuar esta clasificación: los nuevos fondos suman 21.000 millones en préstamos para modernizar la base industrial y en créditos a la exportación. Se completa el programa con los 15.000 millones conseguidos en abril por Rusia en el marco del Club de París (que agrupa a los países acreedores), para refinanciar su deuda externa y otros 7.000 millones en préstamos concedidos el pasado año, pero sin utilizar.

El canciller ruso, Andréi Kózirev y el viceprimer ministro y titular de Finanzas, Borís Fiodorov, presentes en Tokio, calificaron la asistencia arbitrada como "un gran paso adelante" y prometieron medidas que aseguren su rentabilidad.

Miembros de la delegación rusa comentaron en privado que esperaban un mayor respaldo financiero, principalmente de Japón, aunque consideraron la suma aprobada como un importante "punto de partida". Contrariamente a este criterio, fuentes oficiales británicas consideraron que la ayuda aprobada es mucho más generosa que la prevista en los trabajos preparatorios del encuentro. La inestabilidad polítca en Ruisa, las trabas burocráticas y otros factores redujeron a 13.000 millones de dólares la cantidad entregada a Moscú del total de 24.000 millones aprobados por el G-7 el pasado año. Sus representantes confían en la mayor concreción de los objetivos y partidas identificadas en esta ocasión, pero dudan todavía de la capacidad de absorción del país receptor.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) desembolsará 14.200 millones de dólares en programas de estabilización económica y monetaria. El Banco Mundial librará 3.400 millones en diferentes tipos de préstamos, en parte encaminados a desarrollar el sector petrolífero, y otros 10.000 millones se dedicarán a fomentar y hacer competitivos los productos rusos. El Banco Europeo de Rehabilitación y Desarrollo aporta 300 millones de dólares para la promoción de la pequeña y mediana empresa. Gran parte de la ayuda confluye en Siberia, cuyos yacimientos de crudo y gas se pretende que sean explotados al máximo.

Pasos cautelosos

El Grupo de los Siete ha establecido diversos filtros. Para recibir la primera ayuda, 1.500 millones de dólares, Rusia debe comprometer su política con un "adecuado ajuste" y garantizar que la inflación, que el pasado año llegó al 2.600%, no se desboque. Los 6.000 millones de dólares preparados para estabilizar el rublo únicamente serán librados cuando se hayan creado en Rusia las `condiciones macroeconómicas requeridas".

Aparte de este programa multilateral, Estados Unidos contribuirá con 4.500 millones de dólares y Japón con 1.800 millones.

Yeltsin declaró ayer que con este gesto Occidente ha comprendido que el referéndum "será un giro decisivo no sólo para Rusia sino para el mundo entero". Algunos analistas y consejeros presidenciales, sin embargo, no creen que la ayuda aprobada ayer tenga una influencia decisiva en la consulta del próximo día 25 por el escepticismo reinante entre la población rusa, que ha visto cómo anteriores partidas de ayuda occidental no se han traducido en una mejora de su nivel de vida. La reacción de las autoridades rusas ha sido bastante cauta. La decisión del G-7 es un arma de doble filo en un país donde los conservadores hablan de "humillación" y "mendicidad" frente a la "pujanza" de la antigua URSS.

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