El Banco de España vuelve a intervenir en defensa de la peseta

El Banco de España tuvo que intervenir ayer nuevamente en defensa de la peseta, que volvió a recibir ataques de los especuladores al abrirse la sesión. A medida que avanzaba la jornada, la divisa española se fue estabilizando gracias a la venta de marcos por parte del banco emisor, y acabó con una pérdida de 15 céntimos frente al marco, que cerró a 72,183 pesetas, y de 1,21 frente al dólar, que fijó un cambio de 15,478 pesetas.Todos los expertos consultados por este periódico coincidieron en señalar que la moneda española se mantiene en una zona de riesgo, debido a la incertidumbre motivada por la convocatoria de elecciones anticipadas y por las dudas sobre el proceso de unión monetaria en Europa. Precisamente ayer se hicieron públicos dos nuevos informes de entidades privadas (Peat Marwick y Fomento Económico de Francfort) sobre las dificultades de este proceso.

Fuentes oficiales indicaron que el Banco de España está decidido a mantener la cotización de la peseta por encima de su paridad media actual del SME (72,79 pesetas por marco), aunque no quisieron confirmar que el Gobierno haya diseñado un plan de estabilidad monetaria hasta las elecciones. Según publicaba ayer La Vanguardia, el presidente del Gobierno, Felipe González, se reunión el martes con el ministro de Economía, Carlos Solchaga, y el gobernador del banco emisor, Luís Ángel Rojo, para concretar este plan.

Por otra parte, el mercado interbancario registró ayer un cambio de tendencia, después de varios días de tensiones y ligeras subidas de tipos, tras la decisión de la autoridad monetaria de inyectar 911.000 millones de pesetas (más de lo requería el sistema) al 13,30%. El mensaje de cierta relajación de tipos de interés llegó a los operadores coincidiendo con la difusión de los datos de inflación y de crecimiento de los agregados monetarios del marzo, ayudando a que cayeran ligeramente los precios en el mercado interbancario.

Mientras tanto, los mercados europeos recibían con cautela unas declaraciones del presidente del Bundesbank, Helmut Schlesinger, en las que afirmaba que el banco central alemán mantendrá su rigurosa política antiinflacionista. Las palabras de Schlesinger fueron interpretadas por los operadores como un claro mensaje de que no se producirá una inmediata rebaja de tipos de interés en Alemania, pero que continuará la reducción paulatina del precio del dinero, "con gran cautela".