Música y actos solemnes
Los organizadores de actos solemnes deberían darse cuenta de lo importante que es la música en muchos de ellos. La música puede dar prestancia a un acto o convertirlo en caricatura de lo que pretende.Aparte de esto, pocos cronistas dejan de caer en el ridículo cuando se refieren a la música. Y es una lástima, porque, en actos tan significativos como el entierro de don Juan de Borbón, la música es, o debería haber sido, elemento esencial. -
Así, EL PAÍS, en la portada del domingo 4 de abril (y luego en la página 13, a través de su cronista Jaume Boix Angelats), dice que "seis caballos negros arrastraron lentamente el armón de artillería con el féretro a los. sones de la Marcha fúnebre de Mendelssohn". En la página 13, el citado cronista, después de describir, con algunos errores, la intervención de la escolanía que dirige José de Felipe (por cierto, junto a la de órgano, la única música adecuada de todo el acto, pues la de la plaza de la Armería dejó mucho que desear), dice: "En el patio de Armas, en la forma mucho más contundente de banda militar. La Marcha fúnebre de Mendelssohn, solemne al paso de la comitiva".
Pues bien, lo que interpretó la banda cuando inició su marcha la comitiva en la plaza de la Armería fue un arreglo del tercer movimiento de la Sonata número 2 en si bemol menor, opus 25, para piano, de Chopin. Este tercer movimiento (la Sonata tiene cuatro) es, por supuesto, una marcha fúnebre.
Supongo que, acostumbrado a hacer las crónicas de esas bodas del siglo, J. B. A. confundió la Marcha fúnebre de Chopin con la Marcha nupcial de El sueño de una noche de verano, de Mendelssohn.
En el Auditorio Nacional de Música suele haber entradas para los conciertos. Yo creo que quienes van a escribir algo relacionado con el arte musical deberían ir de vez en cuando por allí, ya que ahora ¡cualquiera se atreve a recomendar Radio 2!-
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