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El consumo de drogas y las fugas amenazan la primera cárcel privada británica

Enric González

The Wolds, la primera cárcel privada del Reino Unido, está en el centro de una fuerte polémica al cumplirse un año de su inauguración. El director general de la Agencia de Servicios Penitenciarios, Derek Lewis, se reunirá esta semana con directivos de Group 4, la compañía concesionaria de la prisión, para exigirles más rigor en el cumplimiento del contrato. Dos fugas consecutivas y un informe oficial que resalta el consumo de drogas y la indisciplina en The Wolds amenazan, en opinión de Lewis, la continuidad de] plan gubernamental para la privatización penitenciaria.

Group 4, una de las mayores compañías mundiales del sector de seguridad, gestiona The Wolds y el traslado de presos en cinco condados del norte del Inglaterra. El servicio de traslado comenzó el pasado lunes, y ese mismo día se produjo una fuga. Al día siguiente, martes, escapó otro preso de los furgones de Group 4. Ambos fueron detenidos casi inmediatamente, pero los dos casos indignaron a la oposición laborista y a todos los grupos que se oponen a la privatización penitenciaria.En cuanto al funcionamiento de la cárcel, un reciente informe interno de la Agencia de Servicios Penitenciarios (dependiente del Ministerio del Interior) señalaba que el consumo de drogas y la indisciplina en el establecimiento estaban "por encima de la media" de las prisiones británicas.

John Bates, portavoz de Group 4, señaló que las conclusiones del informe eran erróneas: "Lo que ocurre es que somos minuciosos y detallarnos todas las vulneraciones del orden, incluso las más pequeñas, cosa que no suele ocurrir en las prisiones de gestión pública", dijo. Según Bates, The Wolds no funciona peor que los demás establecimientos, sino que es más transparente.

Como un hotel

Un portavoz de Group 4 en The Wolds señaló que "un número importante de los actos de indisciplina es cometido por presos que quieren prolongar su estancia en esta cárcel (The Wolds sólo acoge a presos en espera de juicio) y prefieren acumular sumarios antes que ser trasladados a otro centro". Hace tres meses, varios internos de The Wolds dijeron a este periódico que no existía ni punto de comparación con los centros de gestión pública: "Esto es como un hotel", señaló uno de ellos.Las celdas son individuales o dobles, hay televisión, instalaciones deportivas y luz en abundancia, y los internos disponen de una cocina para prepararse comida si no les apetece la que sirve en el comedor una compañía de restauración. El precio que paga el Gobierno a Group 4 por este servicio se mantiene en secreto.

El Ministerio del Interior considera imprescindible que The Wolds obtenga buena reputación y una imagen de solvencia ante la opinión pública antes de afrontar los siguientes escalones de la privatización. No hay que olvidar que The Wolds se convirtió en el estandarte del proceso privatizador una vez que el Gobierno de John Major, acorralado por muchos frentes, decidió apostar fuerte por la privatización penitenciaria.

De hecho, el éxito o fracaso de The Wolds influirá en que a principios del año próximo se inaugure una segunda cárcel de gestión privada. La contrata para ese centro se concedió recientemente. Según los planes del Gobierno, se generalizará también el traslado de presos por compañías de seguridad privadas.

Punta de lanza

El informe sobre el consumo de drogas y la indisciplina da argumentos, en cambio, a los detractores de esa privatización. Tanto los sindicatos como los laboralistas consideran es a medida casi como un insulto, como una dejación de los deberes del Estado. Recogiendo esa polémica, el director de The Wolds, James Twinns, manifestaba recientemente que "la privatización penitenciaria se impondrá, pero jamás convencerá a un sector de la población"."Primero", continúa Twinns, "porque es una cuestión ideológica: sector público contra empresa privada. En segundo lugar, porque las ideas de la gente sobre el sistema penitenciario son muy confusas: si los presos son maltratados hay indignación popular; si se les trata bien, también hay indignación". La cárcel tiene una capacidad máxima para 320 reclusos y hasta ahora nunca ha llegado al máximo de ocupación. En ese detalle radica parte de los beneficios con respecto a una estatal.

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