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GUERRA EN LOS BALCANES

El Papa suplica que termine la matanza

"Con el corazón henchido de dolor os digo: detened la guerra. Poned fin, os lo suplico, a las indecibles crueldades con que se viola la dignidad del hombre y se ofende a Dios, padre justo y misericordioso". Con estas palabras Juan Pablo II aludió ayer al conflicto de Bosnia-Herzegovina. Fue en el transcurso de su discurso de Pascua de Resurrección, pronunciado urbi et orbi después de la celebración de la misa y de que la guardia suiza, su mini Ejército, le presentara armas.En una plaza de San Pedro llena de fieles, el Papa nombró diversas zonas de conflicto -África (Angola, Ruanda, Somalia, Togo y Zaire), el Cáucaso o el "drama atroz" de Bosnia-Herzegovina-, y añadió, con respecto a esta última zona, que "nadie puede considerarse extraño a tan trágica circunstancia, que humilla a Europa y perjudica seriamente el futuro de la paz".

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Juan Pablo II deseó también que "el anuncio pascual resuene con fuerza, sobre todo allí donde violencia, angustia y desesperación oprimen todavía a personas y familias, pueblos y naciones".

El Papa llamó a los creyentes a "actuar con valentía y entrega donde haya pobreza, hambre e injusticia; donde se atenta contra la vida, desde su nacimiento hasta su conclusión natural; donde la vida es despreciada y vilipendiada", y dijo que son los seguidores de Cristo quienes deben sentirse comprometidos a "dedicarse sin demora al cometido laborioso y urgente de renovar la sociedad, trabajando confiados y concordes para impregnar el camino de la historia con los claros principios evangélicos, indispensables para hacer del mundo la patria de todo ser humano".

Juan Pablo II terminó las celebraciones oficiales de la Semana Santa como acostumbra en ocasiones similares: felicitando la Pascua en más de 50 idiomas e impartiendo, en ceremonia televisada a varios continentes vía satélite, la bendición urbi et orbi, a Roma y al mundo.

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