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No me llame diputado...

(...) El síndrome persecutorio quita el sueño a los parlamentarios de la legislatura más desgraciada en la historia de la República italiana. Solamente se sienten tranquilos dentro del bunker de Montecitorio, sede del Parlamento. Y con razón. No es sólo la famosa historia de Craxi insultado por una anciana en una plaza romana o la persecución del ex ministro de Asuntos Exteriores De Michelis por las calles de Venecia. (...) Los parlamentarios no paran de contar historias de violencias, de humillaciones sufridas. Sí, fuera de la jaula dorada de Montecitorio, a los ex privilegiados de la vida política les da miedo la calle. La diputada democristiana Silvia Costa revela un sentimiento inédito. "Antes ser reconocida me causaba placer, halagaba mi vanidad. Hoy me produce miedo". Otra diputada de la Liga afirma, "ahora tiemblo cuando pienso que me van a preguntar en qué trabajo". (...)"Anástrofe es la palabra ¡que mejor explica el ambiente de frustración dentro del búnker de Montecitorio", sentencia un diputado recurriendo al griego clásico. Es la inversión de un orden lógico. Los privilegios y el poder de antes se han transformado en su contrario. (...)

Los diputados han vuelto a descubrir Montecitorio gracias a las propias dpsgracias. (...) El trabajo parlamentario neutraliza el abismo de vacío creado por la situación política. (...)

y Giovanni Fasanella

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3 de abril

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