Oportunidad perdida

Como autores de vídeo español presentados como visionarios en la última bienal de la imagen en movimiento, denunciamos el regresivo paso atrás dado por esta bienal en el contexto de la evolución del vídeo español. La dimensión emblemática del Centro de Arte Reina Sofía nos obliga a valorar esta edición, en lo que al vídeo de creación se refiere, como de "oportunidad perdida".La falta de conocimientos y elaboración de la organización ha provocado que el carácter de la exposición, en cuanto a enfoque y concepto, no sea el adecuado para el tratamiento que la historia española de la imagen en movimiento merece; un breve paseo de escasos minutos deja la impresión de que la imagen en este país es más bien poca cosa. Podríamos asegurar, y creemos, que el consejo asesor también podría hacerlo, que por contra este país tiene bastante más que decir o enseñar; y, sobre todo, cuando se deambula entre una filosofia expositiva de rígido corte circense y una vocación integradora de dificil digestión. Es un error histórico orientar esta bienal hacia un discurso propio de los museos de la ciencia exhibiendo -en difícil coexistencia- las obras de creación junto al hardware prehistórico del cine y la televisión. Arrinconados entre promos de TV y demos de empresas, los autores españoles seleccionados hemos padecido la miseria de espacio, la torpeza de diseño y la inadecuación de las condiciones ambientales imprescindibles para una correcta contemplación de las obras, el análisis crítico de las mismas y el conocimiento de los autores implicados (desafortunado el foro griego de doble vídeo y cuádruple pantalla). Hay suficiente riqueza en la obra de cada uno de los autores presentes en la muestra como para requerir un contexto nítido que facilite la comprensión de las mismas y el conocimiento de sus autores. Todo lo demás ofusca y enturbia.

El concepto global, tan importante en la imagen en movimiento, aparece desvirtuado por esta segregación entre soportes-castas que transmite una diferencia de tratamiento muy poco sutil. La importancia que tiene la imagen en movimiento nuevamente se toma ineficaz en un catálogo (el más reducido, inútil y aparentemente improvisado) que acusa una gruesa falta de sensibilidad en el tratamiento que dedica al vídeo de creación; repite lo mil veces dicho en torno a él, lo vilipendia con furor de cinéfilo frustrado, y desatiende, una vez más, a los autores, a esos supuestos visionarios que el visitante nunca llegará a saber por qué lo son, como no sea por la edad, que figura probablemente en algún panel. Es sangrante para los autores, no para las empresas o las televisiones que se Pasa a la página siguiente