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El Rasputín Colectivo

Pilar Bonet

El Rasputín Colectivo es la etiqueta que Amán Tuléiev, presidente del sóviet provincial de Kémorovo (Siberia Occidental) acuñó el sábado frente a las carcajadas del Congreso para bautizar lo que hasta ahora se venía designando como los allegados al presidente Borís Yeltsin. Por supuesto, se trata de una referencia al monje visionario que tanto influyó sobre el último zar de Rusia, Nicolás II, y la zarina Alejandra.El concepto de Rasputín Colectivo comprende a todos aquellos personajes que, independientemente de su cargo, ejercen (o se supone que ejercen) una influencia perniciosa sobre el sentido común y comprensión de la realidad del presidente. No todos los que insisten en que Yeltsin se divorcie de Rasputín citan a los mismos personajes, a los que se atribuye trabajar por la noche y en régimen de conspiración.

Guennadi Búrbulis, el profesor de marxismo-leninismo que llegó a ser secretario de Estado de la Federación Rusa, nunca desapareció, pese a las apariencias, del Rasputín Colectivo, y vuelve a desempeñar un papel importante en estos tiempos de enfrentamiento. Destituido de todos sus cargos oficiales en diciembre de 1992, ha estado en el Kremlin durante estos días del Congreso, aseguran quienes le han visto durante las reuniones donde Yeltsin discute su estrategia en el Congreso.

Otros miembros del Rasputín Colectivo son:

Serguéi Shajrai, de 36 años, jurista brillante, que fue estudiante modélico en la escuela y en la Universidad de Rostov del Don, y, más tarde, profesor de la Universidad de Moscú. Es el cerebro de los edictos con los que Yeltsin ha querido librarse del Congreso y autor de un borrador de Constitución ultrapresidencialista. Contribuyó al acuerdo que acabó con la URSS en diciembre de 1991.

Mijaíl Poltaranin, de 53 años, jefe del Centro Federal de Información y ex ministro de Medios de Comunicación, fue director del diario Moskovskaia Pravda, órgano del Comité del Partido Comunista de Moscú en 1987, cuando Yeltsin dirigía esta organización. Destituido cuando Yeltsin cayó en desgracia, compartió con él las amarguras del defenestramiento, por lo cual el presidente le está agradecido hasta hoy.

VIadímir Shumeiko, de 47 años, primer vicejefe del Gobierno e ingeniero de profesión, es un ejemplo de evolución radical. Fue director de fábrica y miembro de la fracción comunista en el Parlamento ruso. Es responsable del referéndum deseado por Yeltsin.

Serguéi Filátov, de 56 años, jefe de la Administración Presidencial, se licenció en el Instituto Energético de Moscú. Su carrera científica comenzó como ingeniero y acabó en un instituto de construcción de maquinaria metalúrgica.

A esta lista, y según el contexto, hay quien suma también a Viacheslav Kóstikov, el radical jefe de Prensa de Yeltsin; Anatoli Chubais, jefe del Comité de la Propiedad Estatal, y el ministro de Exteriores, Andréi Kózirev.

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Sobre la firma

Pilar Bonet
Es periodista y analista. Durante 34 años fue corresponsal de EL PAÍS en la URSS, Rusia y espacio postsoviético.

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