El infierno urbano

Por más que las ciudades europeas no alcancen las dimensiones de las megalópolis de otros países en desarrollo, comparten, sin embargo, condiciones de vida muy parecidas: superpoblación, contaminación, marginación social, falta de seguridad... "El hombre de finales del siglo XX y de principios del siglo XXI está condenado a vivir en el infierno urbano que él mismo se había buscado inicialmente como una liberación", se dice en uno de los últimos boletines de la ONU.Según la revisión sobre población urbana y rural que han hecho las Naciones Unidas, casi tres personas de cada cinco viven en las ciudades. El 73% de la población de las regiones más desarrolladas es urbana y sólo el 34% de aquellos que viven en regiones no desarrolladas son urbanos. Más de 1.500 millones de personas en el mundo viven en megaciudades o en ciudades que han desbordado las que podrían considerarse como medidas controlables (caso de México, Tokio, Sao Paulo, Nueva york, Shangai, Los Ángeles, Calcuta, Buenos Aires, Bombay, Seúl, Pekin, Río de Janeiro, El Cairo).

Vivir y morir

Desde los años cincuenta, la población urbana se ha triplicado. Han ido a la ciudad buscando trabajo, servicios sanitarios y educativos, mejores condiciones de vida en definitiva. "Pero muchos han encontrado todo lo contrario: miseria, contaminación de las aguas, falta de asistencia sanitaria... Habían comenzado su vida en la pobreza en el medio rural y la han continuado en el medio urbano. La ciudad es donde ahora se concentra la mayor proporción de pobres del mundo", señalan expertos del Fondo de Población de la Naciones Unidas. "En la mayoría de las grandes ciudades se han improvisado zonas para acoger el aluvión de la gente que viene del campo que no reúnen condiciones de habitabilidad".

En Bombay, por ejemplo, con una población actual de 11 millones de personas y que tendrá por encima de los 15 millones en el año 2000, cuatro millones de personas viven en suburbios. En Río de Janeiro (que pasará de los 10 millones actuales a casi 13 dentro de siete años) casi tres millones de personas viven en condiciones infrahumanas. En El Cairo, que crecerá de los nueve millones actuales a 12 en el 2000, miles y miles de personas viven en los cementerios conocidos como la Ciudad de la Muerte.

Los expertos estudian, sin que por el momento hayan conseguido una solución, los desafíos de la explosión demográfica urbana, porque se requiere dirigir nuevos recursos a gran escala para dotar de alimentos, agua potable, energía eléctrica y los servicios más elementales a una población extraña, que no se reconoce a sí misma.