La fiscalía de Palermo abre un sumario a Giulio Andreotti por presunta "actividad mafiosa"
La fiscalía de Palermo abrió ayer un sumario contra el ex primer ministro italiano democristiano Giulio Andreotti por "presunta actividad mafiosa", según anunció el propio interesado, que añadió: "La noticia me amarga profundamente, pero no me sorprende porque había leído en los periódicos absurdas declaraciones de arrepentidos y porque, desde hace tiempo, soy objeto de ataques calumniosos por parte del ex alcalde Orlando. Resulta paradójico que a mí me acusen de Mafia".
La apertura de este sumario contra Andreotti, unida al estallido del escándalo de la corrupción en Nápoles, la gran metrópolis del sur en la que tiene sus bases de poder la Democracia Cristiana (DC), eleva la tensión de la crisis italiana. Estas últimas acciones de la magistratura, que ayer pidió al Senado el levantamiento de la inmunidad de Andreotti, se enfrentan objetivamente con las estructuras del poder democristiano que han dominado la historia reciente italiana. Hasta ahora, las diligencias judiciales habían afectado sobre todo a la imagen y los intereses del Partido Socialista Italiano (PSI), que ha sido el aliado menor del poder democristiano durante la pasada década.De hecho, merece destacarse que la noticia del sumario contra Andreotti por presunta "actividad mafiosa" estuvo precedida por un clima de enorme tensión en el tribunal palermitano, marcado por la filtración de informaciones que hubieran debido permanecer secretas como la. de que el ex alcalde palermitano, Vito Ciancimino, el único político italiano condenado hasta ahora por asociación mafiosa, estaba colaborando con la justicia. La noticia fue transmitida la semana pasada nada menos que por la agencia estatal Ansa, junto a informaciones acerca de dos presuntos atentados contra, el mismo Palacio de Justicia de Palermo, que resultaron fallidos al ser detectados por la policía.
Simultáneamente, tanto el ex presidente de la República Francesco Cossiga como el propio Andreotti, ambos con currículos que dan fe de sus intensas relaciones con los servicios secretos y unidos ahora en una propuesta para llevar al primero a la presidencia del Gobierno, hablaron de hipotéticas maniobras golpistas que desestabilizarían la frágil, a corto plazo, situación italiana.
Giulio Andreotti, personaje que ha dominado la, Italia de la posguerra y sobre quien desde hace años se rumoreaban presuntas conexiones mafiosas, se vio gravemente comprometido ya el pasado mes de: septiembre por un informe del tribunal de Palermo en el que se afirmaba que Salvo Lima, otro ex alcalde que representó a Andreotti en la capital siciliana hasta que fue asesinado, en marzo de 1992, había sido el intermediario de la Mafia ante los políticos de Roma.
Lima, Ciancimino, y los primos Nino e Ignazio Salvo, este último asesinado también por la Mafia el otoño pasado, han integrado el frente legal mafioso repetidamente denunciado en diligencias judiciales fragmentarias e informaciones de prensa desde comienzos de los años setenta. Todos ellos han ejercido la influencia democristiana.
Marioneta de Riina
Salvo Lima fue alcalde de Palermo durante la primera mitad de los años sesenta, cuando Stefano Bontade, que sería asesinado una década más tarde por los corleoneses, era el principal interlocutor mafioso de la DC, según dejó escrito el juez Giovanni Falcone. Don Vito Ciancimino, natural de Corleone, fue concejal de Obras Públicas durante el mandato de Lima, al que sucedió en la alcaldía. Ciancimino, "una marioneta en manos de Totó Riina", el jefe del Clan de los Corleoneses, según declaró el arrepentido Tommaso Buscetta, fue el vehículo de la conquista inmobiliaria de Palermo por la nueva Mafia.
Pero Lima fue, además el hombre que conseguía los votos para Andreotti, un político que, aún siendo romano, sentó las bases de su corriente democristiana en Sicilia. Coincidiendo con la guerra de mafias de finales de los años 70, las relaciones entre Lima, reciclado como eurodiputado, y Ciancimino se deterioraron, del mismo modo que se degradaron las conexiones de la DC con la Mafia, que, en 1987, dio sus votos al PSI, según estableció el informe publicado el pasado mes de septiembre por la magistratura palermitana.
En 1991, el último Gobierno de Andreotti tomó las primeras medidas serias contra la Mafia -"un fenómeno cuya importancia había sido subestimada hasta entonces", según ha reconocido el propio ex primer ministro- al impedir por decreto la excarcelación de numerosos capos por acumulación de beneficios penales y cumplimiento de la prisión preventiva. Ese hecho, que probablemente influyó en el asesinato de Lima y que el mismo Andreotti suele destacar en defensa propia frente a las acusaciones de connivencias mafiosas, no ha impedido que el hombre que más veces ha sido ministro y presidente de Gobierno en Italia termine ante la justicia.
Giullo Andreotti sigue así la suerte de sus principales colaboradores -como el ex ministro Paolo Cirino Pomicino, el empresario Giuseppe Fiarrapico o el diputado romano Antonio Sbardella, El Tiburón, que hoy le hace la guerra- los cuales ya eran perseguidos por los jueces, aunque por simple corrupción. No por mafiosos.
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