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Renzo Piano

La tecnología del aire

Es alto y espigado, fuma puros, navega, viste como un progre de los sesenta, tiene tres hijos de 20 a 28 años de su primera esposa.Renzo Piano cuenta ahora 56 años. Tenía 27 cuando, con sus compañeros, ocupó la Escuela de Arquitectura de Milán en el primer acto subversivo de la revuelta estudiantil de los sesenta. Su segunda proeza fue ganar, junto con Richard Rogers, el concurso para construir el Beaubourg frente a otros 650 concurrentes, muchos de ellos encumbrados. No podían creerlo. Apenas eran conocidos profesionalmente y su proyecto reunía todos los atributos de la provocación. "Lo concebimos como una nave espacial que hubiera aterrizado sobre el centro de la ciudad. Y, desde luego, como una desmitificación, una especie de fábrica contra las sedes solemnes de la cultura. Probablemente era necesario estar un poco locos, como lo estábamos yo y Richard -inglés atípico, hijo de italianos-, para hacer aquello. Pero triunfó. Y no porque le gustara especialmente al presidente Pompidou, sino a su mujer, Claude, una señora directa, muy fresca, molto brava".

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El estudio de Renzo Piano se encuentra en el 34 de la Rue des Archives, a 100 metros del Centre Pompidou. Desde este proyecto que le procuró crítica y fama, su relación con París ha sido permanente y no parece una casualidad que se haya instalado "junto al cuerpo del delito". El Pompidou "es como la obra del Duomo de Florencia", bromea, "cada tanto hay que darle un retoque". Pero ahora, en unos meses, se repintará la fachada, se abrirá una nueva sala de exposiciones para la colección Brancusi, se ampliará y pavimentará la plaza y se adecentarán los accesos para los 25.000 visitantes diarios, cinco veces más que los previstos en el concurso. Más de 100 millones en sus 15 años".

El fenómeno Beaubourg, sobre el que escribió un ensayo Jean Baudrillard y fue motivo de inspiración para Umberto Eco en El péndulo de Foucault, o para Italo Calvino en sus ciudades invisibles, ha traspasado holgadamente los límites de la arquitectura. La primera consecuencia, sin embargo, en 1977, cuando se inauguró, fue una consternación que condenó mayoritariamente a sus autores. Como efecto, Rogers se escondió en la enseñanza, y Piano buscó la repatriación al sur de Italia, donde se afanó en obras de restauración histórica. Nadie iba a encargarles otro Pompidou por el momento.

De ese tiempo tranquilo Renzo Piano guarda un grato recuerdo y valora sus aprendizajes. "Hasta ese momento mi mayor placer era construir objetos independientes. Desde entonces concedí importancia al contexto". En esos años, desde 1977 a 1980, Renzo Piano dice haber practicado el arte de la escucha. "Oía las opiniones de las gentes para guiarme, dialogaba con el pueblo".

No parece, sin embargo, contemplando la singularidad de sus obras, que haya respetado el gusto popular. Le planteo esta observación y responde: "Escuchar no significa obedecer. Escuchar es un acto de buena educación que yo aproveché para practicar el arte del robo, porque un arquitecto tiene que saber dar, pero también, indispensablemente, tiene que saber robar".

¿De dónde ha robado Renzo Piano? ¿De dónde procede su gusto por las estructuras volátiles, transparentes, de apariencia efímera?

"La leggerezza ha sido una obsesión de toda mi vida. Mi padre era constructor, y también lo fue mi hermano mayor. Yo siempre he tenido contacto con las obras y mucha habilidad con las manos. Desde pequeño experimentaba con. algunos diseños a los que restaba, una, y otra vez, los elementos que me parecían superfluos. No sé si mi afición por los barcos ha influido en esa parte de mi arquitectura que evoca toldos y velas. No lo sé. Cuando he tenido contacto con la cultura oriental del Pacífico he comprobado que allí no buscan la permanencia de las construcciones a través de la solidez. La perdurabilidad de su arquitectura radica en volver a levantar de nuevo la misma levedad cuando la obra es destruida por vendavales o por el paso del tiempo".

Renzo Piano cuenta con proyectos en Francia, Estados Unidos, Holanda, Suiza, Italia, Alemania, Nueva Caledonia, Creta, pero acaso sobre todo se ha relacionado con Japón. Cuando enumera arquitectos internacionales con los que mantiene contacto, cita significativamente a tres japoneses (Irata Isozaki, Tadao Ando y Fumihiko Maki) y a ningún francés, por ejemplo.

De hecho, su mayor obra en marcha, aparte de la próxima y vasta actuación en Berlín, es el eropuerto de Kansai, en Osaka, emprendido en colaboración con profesionales japoneses. Complementariamente, también de talante japonés parece el estilo soft-tech que practica.

Primitivo

Frente al brutalismo tecnológico, tipo Pompidou, que han seguido practicando arquitectos británicos como su mismo ex socio Richard Rogers, Piano ensaya desde hace tiempo una high-tech etérea. High-tech descorporeizada y ecológica, aunque alta tecnología al fin, que le ha valido ser tildado de ingeniero antes que de arquitecto.

¿Le sienta mal el atributo? "Me parece un piropo que me llamen ingeniero. Los arquitectos, con sus complicados discursos, se han encerrado en un club elitista. A mí me gusta que la arquitectura se contamine de la sociedad. De otra parte, carezco de cualquier discurso complejo para explicar mis obras. Mis amigos me acusan de primitivo. Tienen toda la razón. Yo aprendí trabajando con las manos".

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